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Nuevos bioestimulantes como solución al marco regulatorio europeo cada vez más reducido en herramientas para el agricultor, investigación en plantas resistentes a sequía o búsqueda de plásticos biodegradables son algunas de las líneas maestras con las que se ha cerrado el III Congreso de Invernaderos Solares, Inversolar, tras dos intensas jornadas desarrolladas en la estación experimental de Las Palmerillas (El Ejido, Almería). Primera jornada (pinchar aquí).
Este congreso forma parte del programa europeo Cute Solar (Aproa, Hortiespaña y Areflh como socios) encargado de poner en valor las producciones bajo abrigo del sur de Europa, entre las que sobresalen las frutas y hortalizas de Almería y Costa de Granada con el uso del sol como fuente de energía diferencial.
Aromas de los hortícolas de invernadero
Entre las ponencias de este pasado viernes también destacaba ‘Hitos aromáticos de los cultivos de invernadero’ a cargo de Marcos Reguera, cocinero que colabora con distintas entidades como el Basque Culinary Center, y que describía los matices que envuelven a las diferentes frutas y verduras.
Los aromas florales del calabacín, los matices especiados de la berenjena, aromas verdes en el pimiento, vegetales en el tomate o a eucalipto en las hojas de tomatera. Aromas marinos también en otros productos de invernadero como sandía, melón o pepino.
Seguridad alimentaria y nuevos bioestimulantes
José Miguel Mulet, catedrádico de bioquímica y biología molecular, y profesor de la Politécnica de Valencia ha sido el único ponente que ha repetido en las tres ediciones de Inversolar (I ed. II ed.). Este viernes cerraba el congreso con una magistral exposición en la que relataba el nuevo escenario normativo al que se enfrentan los productores europeos y españoles, y las alternativas con las que cuentan los agricultores para poder continuar en su actividad, siendo los bioestimulantes una de esas herramientas.
Mulet desgranó el contenido del concepto ‘seguridad alimentaria’, no solo referido a la inocuidad, sino también a la garantía de contar con alimentos suficientes. Y en ese sentido planteó que, dentro de la estrategia europea ‘De la granja a la mesa’, hay algunos aspectos ambientales que no se rigen por criterios científicos sino por otros de corte político.
“La reducción de pesticidas en un 50% en el horizonte de 2030. ¿Son necesarios esos pesticidas para sacar adelante las cosechas y consagrar el principio de seguridad alimentaria o no? Prohibir químicos sin ofrecer alternativas es dejar al agricultor sin soluciones. ¿Tenemos alternativas? ¿Podemos hacer esa reducción de químicos?”, reflexionaba Mulet.
Este científico valenciano ponía como ejemplo lo sucedido en la Comunidad Valenciana con la plaga del cotonet, ya que se sacó de registro el único insecticida con capacidad de control, quedando los citricultores valencianos a expensas de dicha plaga. Como consecuencia de ello se incrementaron las importaciones de cítricos de Sudáfrica para poder hacer frente a la mencionada seguridad alimentaria.
Descrito el contexto Mulet pasó a explicar las posibilidades con las que cuenta el agricultor español para seguir produciendo dentro del marco legal establecido. He aquí que los bioestimulantes, productos de origen natural no sintéticos, se vislumbran como una alternativa capaz de mantener las producciones.
Mulet enumeró diferentes orígenes como algas, sueros de leche o extractos vegetales que “potencian las respuestas naturales de la planta. Activan todos sus mecanismos naturales”.
De este modo la planta puede responder ante diversas problemáticas como sequía, salinidad, etc, en definitiva ante situaciones de estrés vegetal. Actualmente en la Politécnica de Valencia, en el departamento en el que Mulet trabaja, se analizan todo tipo de formulados, cócteles de posibles bioestimulantes, evaluándolos en laboratorio para seleccionar aquellos con mayor efectividad para poder salir al mercado.
Genes resistentes a la sequía
Rosa Porcel, colega de José Miguel Mulet en la Politécnica de Valencia, desmenuzaba otra interesante ponencia en torno a las plantas resistentes a la sequía, como los cactus en los desiertos y evaluando si son extrapolables a los hortícolas de invernadero.
Las plantas de los desiertos abren los estomas por la noche, a diferencia del resto de plantas que lo hacen de día. Sin embargo, no parece factible que la estrategia metabólica que siguen las plantas del desierto, capaces de regular la transpiración, se pueda trasladar al entorno de las hortalizas bajo abrigo. Así que desde el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) se plantean varias estrategias de trabajo.
Porcel describió tres de ellas, como los reguladores del canal de potasio; genes tolerantes a sequía; y micorrizas y bioestimulantes. Esta doctora en bioquímica y biología molecular puso varios ejemplos de genes de remolacha con tolerancia a la sequía y que con transgenia se habían replicado con éxito en hortícolas, incluso habló de otros genes relacionados con la resistencia a salinidad.
“Hay casos de éxito conseguidos con transgenia fuera de la Unión Europea, como en maíz con tolerancias a la sequía; o también ejemplos en caña de azúcar, trigo y soja”, apuntaba.
Las micorrizas, que viven en las raíces, son también importantes aliados. Se ha demostrado que gracias a su acción el sistema radicular, con un mayor número de ramificaciones, llega a captar agua en zonas que no alcanzaría sin la ayuda de estos hongos.
Plásticos biodegradables
Por último, Bernardo Herradón, doctor en Ciencias Químicas, abordó el papel de los polímeros (plásticos) en un mundo con recursos limitados en constante crecimiento poblacional. Herradón recordó la estrategia de las 3 r (reducir, reusar y reciclar) en un escenario en el que se pretende llegar a una economía circular que podemos observar en realidades como el compost o los biocombustibles.
Este investigador del CSIC explicó que los plásticos biodegradables (degradados por microorganismos) – para aportar compost o fertilizantes – se encuentran con una gran barrera como es el precio, su elevada carestía.
Concluye así la tercera edición de un congreso científico, Inversolar, que ha tenido en su epicentro la singularidad de los invernaderos solares y sus ventajas como modelo productivo sostenible y capaz de alimentar con seguridad e inocuidad a un continente como el europeo.
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Ana Rubio