La reunión de la pasada semana del ministro Luis Planas con las organizaciones agrarias con las que tiene interlocución, Asaja, Coag y Upa, buscaba evitar que las protestas iniciadas en Alemania, después en Francia y ahora en media Europa llegasen a España. Pero no ha ocurrido ni podía ocurrir porque el ministro se reunía con interlocutores que nada tienen que ver con las protestas que hoy martes 6 de febrero se han iniciado por toda España.
Hay un movimiento indeterminado, que no se puede calcular numéricamente, pero que lleva años viviendo al margen de Asaja, Coag y Upa, y que las Administraciones nacionales y autonómicas ignoran. No son decenas de agricultores y ganaderos, tampoco centenares, sino miles. Y da la casualidad que esos miles, cuyo número exacto es imposible calcular, son los más activos en redes sociales y los que mejor manejan el WhatsApp y el Telegram.
De ahí el apelativo de las ‘protestas del WhatsApp‘. Ese movimiento independiente es un movimiento de movimientos. Quiere decir esto que es heterogéneo, sin siglas, sin afiliación política y donde cada cual es dueño de sus acciones. Tal independencia en cualquier caso la negarán sus detractores, que también los hay, como en cualquier hito del ser humano.
La protesta de hoy se conocía en dichas redes sociales desde hace más de una semana. La conocían todos, incluso los agentes sociales (Upa, Coag y Asaja) con los que sí se sienta Planas. Así que era evidente que éstos, los clásicos, empujados por el ímpetu de los independientes no podían quedarse atrás. Tras reunirse con el ministro obviamente dijeron que iban a iniciar un calendario de movilizaciones. Que no se enfade ni moleste nadie, pero sin la acción de los independientes tal vez el ministro Luis Planas habría tenido más suerte en su estrategia de contención.
Así que el Ministerio y el Gobierno tienen tantos frentes abiertos como agricultores existen en España. Está el frente de las organizaciones agrarias bien conocidas, Asaja, Coag y Upa, que saldrán a la calle a partir del jueves día 8 de febrero y por otro lado el frente de los agricultores independientes, que han salido a la calle hoy día 6, y que se representan así mismos. Cada agricultor responde ante sí. Pero ojo, son muchos, muchísimos más de lo que imaginan los medios nacionales, las televisiones, que los ven con la misma incredulidad y asombro de quien observa algo que no conoce.
En cualquier caso, todos son agricultores y ganaderos, los unos y los otros. Todos representan al sector primario y unos por otros hacen que el sector agrario puede llegar hasta donde nunca antes ha llegado en sus reivindicaciones. Todos coinciden en que quieren seguir siendo agricultores y ganaderos y que su única aspiración es seguir siéndolo. Ahora piden a sus representantes, los políticos, que no ahoguen las manos que les dan de comer.
Es probable que según avancen los días y las semanas en las movilizaciones converjan todos los frentes. Y cuantas menos siglas aparezcan, más adhesión habrá a las protestas, que ya no serán las ‘protestas del WhatsApp’, sino las del sector primario en su conjunto.
Las de hoy en España han venido acompañadas de protestas en Países Bajos y en el norte de Francia. La euroburocracia de Bruselas y Estrasburgo observa atónita cómo cuando el primer eslabón de la cadena cruje, toda la casa tiembla.
La Europa de los políticos se encuentra en la encrucijada de hacerse dependiente de terceros países en su alimentación o de ser soberana en todo aquello que se lleva a la boca tres veces al día.
Si se hace dependiente de las importaciones, como se observa en las estadísticas interanuales de importación, las exigencias normativas que tanto aprietan a los productores europeos serán papel mojado. Las reglas de la UE solo son de obligado cumplimiento dentro de la UE.
Detrás de todo esto solo hay decisiones políticas. Con sus respectivos intereses.
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Ana Rubio