Almería y su contingencia (efectos de la guerra)

Por Juan Carlos Pérez Mesa

Cátedra Coexphal-Universidad de Almería

Almería siempre suele ser vista como una pequeña isla en medio de ningún sitio: lejos de la Andalucía y la España donde se deciden las cosas importantes. La economía basada en el agro, la forma de ser, o incluso la manera de hablar, hacen de esta provincia un rara avis donde los problemas parecen distintos. Nada más lejos de la realidad. La exportación de frutas y hortalizas nos ha hecho “libres” pero al mismo tiempo dependientes de todo lo que pase alrededor. Ya no basta trabajar duro para asegurar la renta, ahora más que nunca parecemos un pequeño corcho flotando en un mar de contingencias. La guerra en Ucrania es una de ellas. Entremos en harina y hablemos de agricultura.

La situación estaba ya tensa desde el final del verano de 2021 debido al incremento de costes de los insumos, pero también de la mano de obra. La guerra acentuó estos problemas, sumando otros en cadena. También los competidores, algunos con dependencias energéticas más acusadas en su producción y otros al albur del transporte internacional, se vieron afectados. La tensión de la oferta puso nerviosos a los clientes. Los precios en origen y destino de muchos productos aumentaron, compensando el alza de costes. ¿Hasta cuándo? Ahí está la cuestión.

Las derivadas de la situación tan extraña que vivimos son tantas que el efecto mariposa puede dar al traste con cualquier predicción, para bien o para mal. Me paro a analizar uno de esos escenarios que se ha puesto de moda últimamente en prensa: ¿qué pasará con la oferta exportada por otros orígenes extra-UE (Marruecos, Turquía, Egipto o Israel) a Rusia, Bielorrusia y Ucrania? Ucrania compraba a Turquía 60.000 toneladas de tomate y otras 10.000 toneladas de pimiento. Todo parece indicar que acabarán en la UE. Sigamos. Parece ser que la devaluación del rublo y las limitaciones en el uso del sistema Swift están haciendo complicada la plaza rusa y bielorrusa para los exportadores turcos, que envían por norma a estos dos países 100.000 toneladas de tomate, 36.000 de calabacín y otras 30.000 de pimiento. Por otra parte, Israel también exporta en situación normal otras 50.000 toneladas más de pimiento. Otros orígenes suman alrededor de 30.000 toneladas de tomate. Hay exportaciones de otros productos (berenjena, pepino, melón o sandía) realizadas por países extra-UE pero en volúmenes residuales. Continuemos sumando. La UE exportaba a Bielorrusia y Ucrania, hasta el año pasado, 19.000 toneladas de tomate, 16.000 de pimiento y otras 3.000 de berenjena.

Resumiendo, grosso modo, hay 210.000 toneladas de tomate, 110.000 de pimiento y 50.000 toneladas de otros productos típicos de la huerta almeriense que no se sabe dónde acabarán. El impacto, ceteris paribus (como dicen los economistas), ya “si eso” lo dejamos para la próxima campaña.

Por Juan Carlos Pérez Mesa