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Conocemos a Pedro Soler en la jornada de Brandt y su distribuidor Fitourci desarrollada en Águilas (Murcia). A la conclusión nos subimos a su coche para acercarnos a su finca y conocer cómo arranca la campaña de tomate en esta zona del sur de la región de Murcia.
Pedro nos habla de su padre quien inició el árbol genealógico agrícola y de sus hermanos. Son la tercera generación de una saga de agricultores que cultivan en invernadero, tanto de malla como de plástico, y en la calle. Una larga tradición que arranca décadas atrás y donde el tomate siempre ha sido el referente y el símbolo del campo de Águilas.
En los años 80 tomates a 215 pesetas
Sin embargo, los bajos precios llevaron a que lustros después se introdujesen otras referencias, como la lechuga y algunas especialidades. En la hemeroteca que Pedro tiene en su cabeza nos recuerda aquel año de la década de los 80 en que vendió los tomates a 215 de las antiguas pesetas. ¡Qué lejos queda aquello!
Sin embargo, Pedro y la empresa familiar Agrícola Soler e Hijos siguen siendo fieles al tomate. Un apego especial. Son 6 hectáreas, los trasplantes más tempranos puestos de mediados de julio en malla (invernadero al que pertenecen las imágenes), y los más tardíos a finales de agosto.
Tomate tipo pera
Hace unos días, nos comenta mientras que recorremos de arriba abajo el invernadero, “hicimos un primer repaso, cogimos los primeros tomates. La variedad es Sargento, un tomate pera que hace buen calibre y va bien en esta zona”.
Esta explotación llegará, dependiendo del invierno, al mes de febrero/marzo; y otra más tardía trasplantada a finales de agosto y próxima a ésta, con planchas de hidropónico, hasta marzo/abril.
“Hacemos 8/9 ramos hasta el alambre y otros 6/7 a la caída. Un sistema tradicional de subida y bajada”, explica Pedro.
Coco para mejorar los rendimientos
Prestamos atención a todos los detalles de la finca, como el coco, planchas directamente enterradas entre las tomateras. Es un suelo complicado y castigado y estas fibras de coco han mejorado la productividad.
“Antes de poner estas tablas de coco sacábamos entre 8 y 9 kilos el metro, y con ellas duplicamos, hasta los 15-16 kg”, asegura este agricultor murciano.
Control de plagas
Observamos las cajas de abejorros para la polinización, y acto seguido preguntamos a Pedro sobre el control integrado de plagas. “Soltamos nesidiocoris para la mosca blanca; para la Tuta nos funciona bien la confusión sexual, los alambrillos; y luego tenemos placas azules para trips, amarillas para mosca y negras para Tuta en pasillos y en las orillas”, describe.
Incluso nos muestra cómo todo el perímetro del invernadero, las bandas, está circundado con rollos amarillos antiplagas.
Mallas de sombreo y anti-trips
Levantamos la cabeza. Hay una malla negra, ya plegada, que se usó tras el trasplante como malla de sombreo. A continuación, un poco más arriba, una capa blanca también plegada y de plástico que usará como paraguas en torno al mes de noviembre, en período de lluvias; y por último en la cubierta emplea una malla blanca anti-insectos o anti-trips.
Antes de marcharnos nos detenemos en una pequeña estación con sensores que ayudan en el fertirriego a este productor aguileño. “Riegos cada 10 minutos”, precisa.
Lechuga, sandía y brócoli
Los tomates los lleva Pedro a la subasta de Agrisel. Pero también tiene otros cultivos al aire libre en otras zonas que comercializa con Adesur, Agricultores del Sureste, empresa centrada en la exportación de lechuga y sandía.
Agrícola Soler e Hijos produce lechuga iceberg, una tipología que reina en la comarca copando casi toda la cuota. El resto de hojas son minoritarias.
Pedro explica que los trasplantes de iceberg son escalonados. Los primeros se inician a finales de agosto y así sucesivamente y cada semana se siembra lechuga hasta primeros de marzo.
A cielo abierto también brócoli y sandía. Esta última tanto en aire libre como bajo abrigo.