En los últimos meses diversas voces, de dirigentes de distintos partidos políticos, han solicitado la revisión del acuerdo comercial de la Unión Europea con Marruecos. Petición inédita, puesto que la dinámica hasta ahora había sido la de fortalecer dicho convenio, cuyas consecuencias sobre el agro español son bien conocidas por los lectores de este blog. Ahora bien, detrás de solicitar dicha revisión, ¿hay realmente un sincero interés por proteger la agricultura de nuestro país o volvemos a ser presa del discurso cortoplacista de los políticos?
La respuesta nos la dará el tiempo. Lo cierto es que, si hacemos memoria y revisamos la hemeroteca del tiempo, desde 2006 no se había oído a ningún político español plantear la necesidad de modificar el acuerdo agrícola con Marruecos por sus consecuencias sobre los agricultores españoles. Mínimo desde 2006, es decir, quince años sin plantear lo que las asociaciones agrarias y otras entidades, como las cooperativas, llevan reclamando desde siempre sin atrapar el interés de nuestros representantes.
En estos quince años en los que los políticos han mirado para otro lado, se ha gestado la situación de crisis actual, en la que el productor español y su economía están contra las cuerdas por efectos de la desigual competencia que viene del continente del sur. Y ya no se trata de hortalizas, sino que es toda la despensa de la alimentación la que está en juego, ya que Marruecos es un país pujante en todos los sectores de la agricultura. Estamos hablando de frutos rojos, hortícolas, cítricos, olivar e incluso están probando con idea de exportar tropicales, como la papaya, entre otros.
Quince años perdidos, sin atender a las peticiones del campo español. Tiempo en el que, por ejemplo, Marruecos fulminó el tomate de Murcia, otrora un cultivo estratégico en esta región y ahora una referencia secundaria, y que va camino de hacer lo mismo con el tomate de Almería.
Pero ojo porque en este acuerdo comercial se mezcla la pesca, la inmigración y los intereses del capital europeo, crecientes y muy poderosos. Así que las voces que empiezan a solicitar su revisión tendrán que alzar la voz porque sin grito no habrá sonido que se escuche.
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