Acostumbrados estamos a visualizar el ‘modelo familiar’ almeriense bajo la estructura de un invernadero. Cierto es, ahí es donde habita con más frecuencia; pero también hay ejemplos en los que el modelo familiar agrícola trasciende al sector de la producción y se hace visible en la industria auxiliar, en compañías como Vellsam.
La historia de esta empresa almeriense es la historia de María Zamora Cervantes y la de Francisco Castillo Ferreira, profesora ella y economista él, que unieron sus caminos después de conocerse en Granada haciendo un máster que sería el germen de todo lo que impulsan hoy día desde su empresa. Humus de lombriz, microorganismos e internacionalización son píldoras que definen hitos de Vellsam a lo largo de los años y que este matrimonio ha sabido alumbrar desde la década de los 90 del siglo pasado.
A María la entrevistamos recientemente y nos adelantó el proyecto de la futura estación experimental de Vellsam, Blue Desert, que cubrirá siete hectáreas del desierto de Tabernas. Pero a Francisco le gustan pocos los focos y los mediáticos menos. Así que agradecemos el detalle de dejarse retratar por Ana Rubio en esta bonita instantánea tomada en las instalaciones centrales de la compañía, las primeras, las de Tabernas.
Hoy día Vellsam dispone también de infraestructura tanto en el Poniente como en el Levante almerienses, con centros en Aguadulce y en Níjar. Sin embargo, a la sede de Tabernas, entiendo, que se le tiene un apego especial.
María Zamora y Francisco Castillo tienen tres hijos, y desde este verano con la última incorporación de Rocío a la compañía la saga familiar ha cerrado un relevo generacional que es incuestionable. La primera en dar continuidad al proyecto de sus padres fue hace unos años María, que gestiona áreas de comunicación y marketing, también proyectos de responsabilidad social, como los que hay detrás de las cátedras de colaboración firmadas con las Universidades de Granada y Girona, que investigan la relación entre biofertilizantes y el poder nutracéutico de las hortalizas. El terruño y la salud de la mano.
Posteriormente se sumó al equipo el más joven de la familia, Paco Castillo, licenciado en Administración y Dirección de Empresas, y que toca distintas áreas de la empresa, muchas relacionadas con la internacionalización. Y es que Vellsam se ha convertido en una multinacional presente en 46 países de cuatro continentes.
Una enseña familiar que mira de tú a tú al mundo. Y lo hace de una forma global desde Tabernas (Almería). De ahí que por su posicionamiento estratégico y por su vocación de I+D+i sea definida como un unicornio del sector. Sin embargo, es una multinacional alejada de la política de los fondos de inversión porque en su configuración sigue siendo una empresa familiar, con propósito de continuidad y con garantía de relevo generacional.
Paco Castillo nos comenta el crecimiento de Vellsam en los mercados de Asia, un sureste asiático que conoce bien; aunque durante la entrevista nos explica que el siguiente boleto de avión lo tiene para América, un tour por el sur del continente. Es un viajar y no parar.
A la última integrante del equipo familiar y a la que hemos conocido estos días atrás es Rocío, ligada a temas más jurídicos y legales. Es abogada y dará continuidad a su carrera profesional encargándose de esta amplia área.
Antes de marcharnos, cambiamos un poco el registro de la entrevista, pisamos la arena agronómica y preguntamos por alguna reciente novedad que Vellsam haya lanzado al mercado, resultado del trabajo de sus laboratorios. Y la hay, se llama Maximun, un nuevo biofertilizante certificado en ecológico.
Es un formulado que aúna el contenido de otros productos del mercado que se ofrecen al productor por separado. Maximun une aminoácidos, ácidos húmicos, polisacáridos, vitaminas y materia orgánica bajo el paraguas de un solo producto para facilitar así el día a día del agricultor.
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Ana Rubio