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Las plantas de tomate sin resistencias pueden estar infectadas de rugoso, pero el cultivo salir adelante. ¿Cómo? Con determinados microorganismos que silencian la expresión del virus. Son las conclusiones de la primera jornada del Congreso Internacional de Pimiento, World Pepper Congress, que se desarrolla en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Aguadulce (Almería), paralelo a la feria de Infoagro 2023.
En el día de ayer se dieron a conocer los resultados de diversos trabajos y ensayos que ponen la diana en el microbioma como estrategia frente al rugoso. Esta tesis la avalaron tres ponentes: Juan Enrique Gázquez, director técnico de Viagro; Ignacio Fernández de las Nieves, catedrático de Universidad Centro de Investigación CIAIMBITAL, y Carlos Meza, ingeniero agrónomo, especialista en microbiología.
Charla de Juan Enrique Gázquez
El director técnico de Viagro abordó la problemática de las contaminaciones cruzadas, ya que el rugoso puede aparecer acompañando a otras virosis. Por ejemplo, ToBRFV con ToMV y con PepMV.
De ahí la complejidad de su sintomatología en hojas y frutos. Gázquez mostró jaspeados, necrosis en frutos, manchas longitudinales en el tronco, daños en sépalos y en fruta, manchas negras en el raquis o circulares en los tomates, entre otras.
Por otro lado, Juan Enrique Gázquez introdujo el papel de unos compuestos, los elicitores, que ayudan a las plantas a activar sus defensas naturales. “Una posible estrategia que hemos planteado es emplear la microbiología, ciertas bacterias u hongos, que pueden silenciar la expresión del virus. Por ejemplo, silenciando un daño en fruto para evitar que baje la producción”, esgrimía.
Para tal tarea es importante la rapidez con la que se activen dichos mecanismos de defensa. Gázquez mostró los resultados de ensayos en tomate, en colaboración con la Universidad de Almería, que arrojaban efectos “espectaculares” después de que dichos elicitores despertasen las defensas. “Plantas que no se venían abajo y que mantenían su producción hasta el final”, añadía.
Es la tesis de la aportación de microbiología para activar los mecanismos de defensa.
Ponencia de Ignacio Fernández
A continuación la intervención del investigador del CIAIMBITAL que defendió la técnica de la resonancia magnética nuclear de líquidos, en este caso de tomate, para evaluar plantas infectadas que han desarrollado la virosis con otras víricas que no la han expresado.
“¿Qué le sucede al perfil metabólico cuando se infecta y qué sucede cuando se usa un bioformulado para el control?”, reflexionaba en voz alta el profesor, que a continuación mostraba los resultados de tratamientos foliares con prebióticos y cómo había plantas infectadas de rugoso pero sin sintomatología de virosis.
“¿Qué tienen en su composición esas plantas para no mostrar los síntomas?”, volvía a preguntar el catedrático.
La respuesta es conocer qué metabolitos contribuyen más o menos a que el virus no se exprese, y entre ellos hay que destacar los ácidos clorogénicos y los esteroles.
Exposición de Carlos Meza
Ambos, esteroles y ácidos clorogénicos, volverían a aparecer en la intervención del último ponente, Carlos Meza, como ejemplo de microbioma benéfico que hay que potenciar.
Meza, del que hemos hecho interesantes publicaciones en los últimos años, defendió que no hay que tratar al vegetal como una “cosa” para entender su problemática. “La química no funciona, la bioquímica sí”, dijo.
Y a partir de ahí hilvanó un rico argumentario en torno a la recuperación del microbioma del suelo para activar el factor biológico y silenciar la expresión del virus del rugoso. Esas plantas activadas, gracias a la acción del microbioma nativo, a su vez tienen en sus frutos una mayor concentración de biomoléculas que contribuyen positivamente sobre la salud de los consumidores. Como una cadena. Benéfica.
Y ahí una de las biomoléculas antes mencionada, el ácido clorogénico, que actúa también con propiedades de biocida, y “que aparece más en las plantas activadas” por acción del microbioma. Dicho ácido clorogénico a su vez tiene otras virtualidades como la mejora de la poscosecha.
“Recuperación de la microbiología nativa del suelo, pero también de la microbiología foliar”, matizó el agrónomo.
Biomoléculas que silencian el virus, que no se expresa. Biomoléculas como el ácido clorogénico y los esteroles. “Silenciando el virus, podemos sacar adelante la cosecha”, sostuvo Carlos Meza, que concluyó con el siguiente resumen de ideas: “Hay que potenciar el microbioma nativo para potenciar el genoma y la producción de biomoléculas que tan beneficiosas son para las plantas”.
El World Pepper Congress continúa hasta mañana en Aguadulce (Almería).