Por David Uclés Aguilera.-
Economista agroalimentario y profesor de ISAM Education
Los malos presagios con los que se iniciaba la anterior campaña quedaron finalmente superados por una realidad mucho más favorable de lo que se esperaba. En este sentido, viene bastante a cuento recordar las numerosas ocasiones en las que Juan del Águila hablaba del “general invierno” como uno de los principales aliados de los productores almerienses a la hora de afianzarse en los mercados europeos, sin menoscabo, por supuesto de la capacidad competitiva de la que ha hecho gala nuevamente este sector.
Un triunvirato
Pero, al referirnos a lo sucedido durante la anterior campaña habría que referirse a un triunvirato de generales que nos ha ayudado a vencer a los competidores y a los costes de explotación desenfrenados.
El primero ha sido, como siempre, el general invierno. Las bajas temperaturas ralentizan las producciones o incluso las interrumpen, dejando en el mercado solo a los competidores invernados. Los del sur con estructuras pasivas y los del norte con invernaderos calefactados.
Y aquí entra en juego el segundo general. El único que tiene nombre y apellidos: Vladimir Putin. Ahora es evidente que ya había decidido invadir Ucrania y que desde antes fue preparando el terreno presionando con el flujo de gas. Tras la invasión se produjo una escalada de sanciones por parte de la mayor parte de los países europeos. Sanciones que fueron respondidas apretando donde más daño podía hacer: el suministro de gas natural. La Europa central y del norte había optado por el gas natural como combustible de transición hacia la descarbonización de sus economías. Eso sí, sin tener en cuenta que el principal suministrador del mismo no era un socio fiable. El aumento consiguiente de los precios dejó fuera de juego a los productores de los invernaderos calefactados, reduciéndose la oferta disponible en los mercados de destino.
Y el tercer general ha sido la sequía, que ha contribuido a que muchas explotaciones del sur hayan visto mermada su capacidad productiva a causa de las restricciones de agua. Esta situación llegó a ser de tal calibre que Marruecos prohibió la exportación de tomate durante unas semanas para evitar el desabastecimiento interno durante la fiesta del final del Ramadán.
De esta forma, Almería terminó siendo el tuerto en un mundo de ciegos y logró unos precios medios que pudieron compensar los incrementos de costes de explotación que tanto miedo nos daban al inicio de la campaña.
Otra vuelta de tuerca en los costes de para la nueva campaña
Pero ¿qué podemos esperar para la campaña que comienza? Si bien se han relajado ligeramente las tensiones sobre los precios de algunas materias primas con respecto a los peores momentos de 2021 y 2022 (en junio de 2022 el índice de precios del FMI crecía al 43,5 % por el 60,6 % de un año antes), lo cierto es que algunos de los insumos básicos de nuestra agricultura van a seguir sometidos al incremento de sus costes:
- Plásticos, principalmente los de cobertura. La materia prima que se ha estado utilizando durante los pasados meses se ha comprado a precios más elevados que el usado en la pasada campaña por lo que es de esperarse que su coste también crezca.
- Cajas y envases también incrementarán sus costes. Las de plástico, por la misma razón que el film de cubierta, pero también sufrirán aumentos los de madera, ya que están afectados por el aumento de costes de la energía –es posible que, aun así, los aumentos de coste energético en España sean menores que en los países de latitudes mayores–.
- Fertilizantes. La guerra ha provocado una reducción de la disponibilidad de estos, al ser Ucrania y Rusia dos grandes productores y exportadores mundiales. A la vez, para su fabricación se precisa mucha energía, por lo que con toda seguridad este coste volverá a crecer de forma importante, hasta el punto de que mejorará la competitividad relativa de los biofertilizantes que no precisan la adición de los compuestos más caros.
- Agua, el bombeo de los pozos nos saldrá más caro, al igual que la desalación.
- Finalmente, en el capítulo de mano de obra, el previsto incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 1.049 euros en 14 pagas para 2023 incrementará los costes de un capítulo que ya supone el 45 % del coste total de la explotación promedio.
¿Y los tres generales?
La prolongación de la guerra y la debilidad energética europea parece que va a mantener fuera de juego a los competidores con invernaderos calefactados al menos una campaña más y la posible prolongación de la sequía puede seguir afectando al sur. Seguramente, nosotros tendremos que usar más agua desalada, pero podremos contar con ella…
Sin embargo, hay un elemento nuevo que no actuó en la campaña anterior: el comportamiento de los consumidores con relación a la situación de recesión en Europa y a la fuerte inflación. El PIB británico ya ha caído en el segundo trimestre de este año y se espera que vuelva a hacerlo en el tercero. Alemania, por su parte, está viendo como su fortaleza industrial –feroz consumidora de energía– se le pone ahora en contra y el pesimismo se extiende entre empresas y familias. En la última encuesta sobre el comportamiento de los consumidores (CES) del Banco Central Europeo, los europeos creen que la inflación continuará creciendo y que el crecimiento de la renta será similar al actual. Gastarán más nominalmente (por el aumento de los precios) pero a costa de reducir el ahorro o el consumo energético. En un panorama así, los consumidores se vuelven mucho más sensibles al precio.
En resumen. La campaña actual se presenta incluso más compleja que la anterior, ya que, a las incertidumbres asociadas al coste de la oferta habrá que sumarle las mayores presiones por el lado de la demanda.
Addenda
Por otro lado, es más que posible que asistamos a movimientos estratégicos por parte de productores y distribuidores europeos que busquen garantizarse el acceso al suministro más seguro del sureste peninsular, bien a través de convenios con garantía de margen comercial mínimo o incluso a través de compras de compañías almerienses.