Los agricultores no mendigan subvenciones, ¿qué piden?

El día después de la gran manifestación en Madrid que aglutinaba a 400.000 hombres y mujeres de la España rural – entre agricultores, regantes, ganaderos y cazadores – nos encontramos interpretaciones sorprendentes de lo que pedían estos colectivos. En el particular de este blog nos vamos a centrar exclusivamente en los agricultores, que obviamente no acudían a Madrid a pedir subvenciones, como decían hoy algunos tertulianos, los mismos que siempre hablan de todo, a diario y con actitud de sentar cátedra.

Si alguno de esos tertulianos – esos mismos que van de plató en plató de televisión dando lecciones de saber de volcanes con la misma profundidad que de virus o de guerras – lee estas líneas, a continuación le explicaremos lo que reivindica el agricultor de frutas y hortalizas, también el de cítricos. No vamos a meternos en el resto de actividades agrícolas, pero sí en el hortofrutícola y en el citrícola donde sabemos perfectamente que el productor no reclama ninguna paguita del papá Estado, sino que lo que quiere es seguir viviendo de la venta de sus tomates, sus fresones o sus naranjas.

Para poder vivir del fruto de su trabajo, hoy por hoy el mayor problema son las importaciones masivas de terceros países que tiran por los suelos los precios en España. Dichas importaciones, constantemente al alza y sin parar de crecer, son las que provocan esas crisis estructurales (que no coyunturales) de precios que obligan a los hombres y mujeres del campo a viajar a Madrid a pedir preferencia comunitaria y soberanía alimentaria.

Y para que exista preferencia comunitaria, es decir, que se priorice la compra y venta de las frutas, hortalizas y cítricos que se producen dentro de la Unión Europea – ya sean de Huelva, Almería o Valencia – frente a la de países como Marruecos, Egipto, Turquía o Sudáfrica es necesaria una decisión política. Y voluntad para ello. Sí, para ayudar a que los productos frescos españoles no sean desplazados del mercado por los productos baratos de países extracomunitarios no hay que dar ninguna subvención, ni ayudita ni paguita que ni se quiere ni se espera, lo que reclama el sector es que la política tome las decisiones que contribuyan a defender el principio de preferencia comunitaria con el que se creó la base de lo que hoy día conocemos como Unión Europea. Fue un principio fundacional básico del que hoy día reniegan los que miran para otro lado.

Y en segundo lugar está la soberanía alimentaria que no es una limosna que se pida para que los agricultores se queden en los pueblos, la soberanía alimentaria es otro principio fundamental para que en situaciones extremas (hoy día no nos parece tan inverosímil una pandemia o una guerra, ¿verdad?) un país pueda seguir alimentando a la población sin temor a quedar desabastecido. Y aquí la política también es crucial porque si en lugar de abastecernos de las producciones de frutas, hortalizas y cítricos de nuestro país, inundamos nuestro mercado nacional con productos de países africanos por ser más baratos, entonces nuestros productores dejarán de ser rentables, ya no producirán, seremos dependientes (como ocurre con la energía o las materias primas) y ya no podremos garantizar alimentos seguros (inocuidad alimentaria) y suficientes para nuestra población. Es tan vital que desconcierta que no se tome en serio.

En resumen, si el agricultor español pudiera dejar de malvender sus productos, sin tirar el precio como ocurre hoy día por la presión de lo que entra de fuera, le quedaría margen suficiente para mantenerse en la actividad, y a partir de ahí todos los demás problemas serían subsanables. Pero si por cuestiones geopolíticas la agricultura continúa siendo “moneda de cambio” para temas de diplomacia, política e inmigración; entonces las tertulias, los tertulianos y los políticos de florero seguirán desviando la atención diciendo que los agricultores se manifiestan en Madrid por la subida de los carburantes y para pedir subvenciones.

Probablemente esos contertulios y demás adyacentes, aparte de no saber de agricultura ni un ápice les importa bien poco, y observan la vida desde la esfera de quien solo entiende de lucha partidista. Y lo demás, un comino.

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