La víspera de lanzar nuestra nueva web (blog + periódico agrícola) Ana y yo subimos a la Alpujarra granadina con el técnico de producción ecológica, Antonio Morales, y con Enrique Lombardo, de Sakata. Allí conocimos a un grupo de productores de tomate cherry, muchos de los cuales son seguidores de esta página desde entonces. Recuerdo el encendido debate que se abrió aquellos días porque dichos agricultores se quejaban de que la Administración los tenía fritos a multas por usar mallas antigranizo en sus meses de producción. Pero éste no es el objeto de este post.
Esta Navidad hemos vuelto a subir a la zona de Bérchules. Y en esta ocasión el tema de debate y máxima preocupación rondaba en torno al asunto hídrico. El agua. Su ausencia. La escasez de lluvias en el otoño más seco que se recuerda en la Alpujarra y en las estribaciones de Sierra Nevada.
A finales de octubre las montañas tenían la tonalidad marrón que precede a la promesa de la borrasca. Pero ésta se ha hecho de rogar. Según me decía Antonio Murcia, un agricultor conocido como el ‘Zocato’, “llevamos dos meses sin lluvia”. Y casi sin frío. “En este época del año nos deberíamos de estar pelando de frío, y sin embargo estamos con ropa que no es de invierno”, añadía el agricultor aquella tarde.
Y es que Sierra Nevada este año está menos nevada que nunca. Pocos días después Ana y yo andábamos por la Calahorra (al otro lado de la serranía) y las laderas, habitualmente bañadas por el manto blanco de la nieve, lucían huérfanas de copos blanquecinos. Una serranía a la que parece no haber llegado el invierno, ni siquiera el otoño.
Los agricultores de la Alpujarra granadina beben del agua del deshielo, pero si no hay hielo, no habrá deshielo que valga. Los nacimientos no son tales. Y el agua no brota de una piedra a la que se atice con una vara. Tradicionalmente el agua de acequia surgía espontánea en las fincas. Pero ahora (…). ¡Ojalá el invierno sea lluvioso!
La burocracia, el azote de estos pequeños agricultores
Estos sufridos productores alpujarreños, que por desgracia son incomprendidos por muchos urbanitas, tienen que lidiar con problemas burocráticos de todo tipo para poder sacar adelante una campaña que apenas dura cinco meses, seis a lo sumo.
Nos comentaban la lentitud con la que se tramita, por ejemplo, un aspecto de tan urgente necesidad como la construcción de una pequeña balsa. Algunos de ellos me relataban que han tardado hasta cinco años para recibir autorización para poder equipar en su parcela una pequeña balsa para riego. ¡Cinco años! Con estos mimbres, todo movimiento y mejora se antoja quijotesca.
Si las autorizaciones para una balsa se eternizan, se comprende que las autorizaciones para crear mini pequeñas estructuras para proteger el cultivo de las inclemencias meteorológicas no lleguen nunca. Sin agricultura estos pueblos se mueren. Algunos ya se plantean emigrar a la costa, donde la incomprensión hacia el homo agrícola no existe. ¿Despoblamos la Alpujarra? ¿O la llenamos únicamente de pequeñas tiendas de souvenir para el turista que viene preguntando por Gerald Brenan?
Una verdadera pena. Uno de estos agricultores me relataba que había trabajado en casi todo, había sido pastor de ovejas e incluso había tenido una discoteca en la Alpujarra. Finalizaba su relato asegurándome que lo único que pervive es la agricultura. Así que es comprensible que desde este blog hagamos un alegato de la defensa del agro alpujarreño. Porque no solo de turistas vive el hombre de este Parque Nacional de Sierra Nevada.
Miscelánea de la Alpujarra granadina
Conocimos esa tarde a Miguel Arana, un agricultor que se paseaba por Bérchules con sus huevos ecológicos (véase la imagen). También supimos que otro vecino presumía de sus huevos azules, ya que tenía unas gallinas de origen sudamericano que gracias a sus ancestros mapuches daban huevos de esa tonalidad tan peculiar.
Además nos hablaron del abono en verde, ya que aquí los agricultores son muy respetuosos con la tierra y usan cereales, como la avena, para enriquecer de manera sostenibles sus suelos.
Finalmente también conocimos a varios agricultores de pueblos vecinos, como Válor o Yegen, que en lugar de cultivar tomate, siguen sembrando judías verdes. Temprana en mayo y más tardía en julio.
Y es que el universo agro en estos picos de Granada puede ser muy rico y variado. Menta poleo y té silvestre, sobre todo verde, en esta Alpujarra vertebrada por muchas familias agrícolas que quieren vertebrarse en el territorio y no verse obligadas a buscar el pan a orillas del mar.
José Antonio en tu foto veo algún compañero que comercializa sus hortalizas en la misma empresa, en MJ Agroasesores. Pero que me perdone porque soy un desastre para los nombres. Bueno el caso es la relación con la agricultura de la costa. Y sobre la falta de lluvias y el tiempo tan raro que hace es algo que me desespera.