En la tierra del Quijote hoy día se construyen aeropuertos fantasma

Quijote en verano de 2014 no podría atacar los molinos de antaño, en todo caso modernos aerogeneradores o algunos huertos solares diseminados entre campos de cereal y viejos y nuevos viñedos; pero no me cabe duda de que en nuestros tiempos la mayor ofensa que enfrentaría aquel hidalgo caballero en el paisaje de La Mancha la encontraría en el aeropuerto de la provincia de Ciudad Real. Un lugar que sí tiene nombre y que está poblado por esqueletos fantasmas. Creo que para lo único que lo usan a día de hoy es para rodar spot publicitarios o alguna escena de película en la que el guión se desarrolle en un aeródromo. ¿Pero a quién se le ocurrió construir un aeropuerto en una comarca rodeada de pequeñísimos pueblos que no superan los pocos cientos de habitantes? España fue un país quijotesco con Cervantes, pero lo sigue siendo ahora. Todo un elenco de presidentes autonómicos con mucho falso poderío y poca cabeza, que no escuchan cuando Sancho Panza les explica que los recursos son limitados, que todo lo que sube la economía luego lo baja y que lo que tiene el vecino no tengo que tenerlo yo, salvo que sea realmente necesario.

Continúo aquí, después de una semana con artículos de otra temática, el relato del viaje por La Mancha en compañía del ingeniero agrónomo Antonio Morales. Me alojé en su casa de Los Pozuelos de Calatrava, y me describió que muy cerca de allí estaba el susodicho aeropuerto. Como nos pillaba de camino a otros lares que queríamos visitar, hicimos parada. Una gigantesca infraestructura vacía. Sin nadie en kilómetros a la redonda. Me pareció como retrotraerme a la batalla del Quijote con los molinos. En la cabeza del ideólogo de este aeropuerto seguro que se revivió tan cruenta fantasmada.

En tierra manchega el Quijote está por todos sitios. Su silueta se puede ver en un banco de una calle, en una baldosa de una vivienda o en las paredes de un patio interior. Son casos reales los que enumero. La imagen superior es de la casa familiar de Antonio Morales. Al fondo a la izquierda están los inmortales molinos y a su lado Quijote y Sancho. En esta comarca de Ciudad Real todos los pueblos llevan el apellido Calatrava. Antonio me habló de la historia reciente de su pueblo, cómo en los años del desarrollismo, la década de los 70, la mecanización agraria llevó a la emigración de la mayoría de los vecinos. Antes de que las labores del campo las empezasen a hacer las máquinas, la mano de obra humana permitía a casi todos vivir del cereal. Pero llegó el progreso y medio pueblo se tuvo que ir a Madrid. Ahora, el cereal – que es de secano en esta zona – da de comer a solo algunas familias. Cuando me lo contó tuve la siguiente reflexión: ¿qué sucedería en Almería si todo se automatizase, por ejemplo, en los almacenes hortofrutícolas o que parte de las actividades que realizan en el invernadero las personas dejasen de hacerlas? Da miedo que pueda derivar en algo similar a lo que sucedió en su día en buena parte de los pueblos de la España más rural con la llegada de un progreso que no entendió ni de paro ni de emigraciones.

En el conjunto de La Mancha el cereal sigue siendo una de las actividades agrarias principales, junto a la caza, el olivar, las viñas y el melón. Cereales que compran principalmente las multinacionales y que acaban como pienso animal. Pregunté si se podía destinar a ulteriores usos con mayor valor añadido, pero parece ser que no hay muchas opciones. Sobre la caza me contaron historias surrealistas, como cobrarle a un señor 9.000 euros por pasarse un día sobre una piedra con una escopeta a la espera de algún animal. Ocurría en los años del boom del dinero. Hasta hace poco la caza era una de las principales fuentes de ingresos de la región, pero con la crisis el número de ricachones con ganas de desinflarse el ombligo de la forma antes descrita ha menguado considerablemente. En cuanto al olivar se ven grandes extensiones a diestro y siniestro, de olivos jóvenes y otros no tan jóvenes. Se están introduciendo bastante, por influencia andaluza, variedades como picual y arbequina.

Proveedores de Ribera del Duero y de Rioja

Capítulo que me despertó especial interés fue el de los vinos. Muchos empresarios tienen varias actividades agrícolas que compaginan: poseen viñas, olivos, cereal o melonares, incluso campos de cebollas. De estos cinco cultivos es raro que no combinen tres de ellos. A simple vista pueden parecer antagónicos, pero se trata de grandes superficie, con calendarios no coincidentes, con lo cual se puede tener una parte de la tierra en barbecho, otra con un cultivo de verano, otra con recolecciones de meses más fríos, etc. Uno de los empresarios que conocí tenía cebollas, melones, cereales y viñas. La imagen inferior es de una uva moscatel de quince meses.

En la región convive la denominación Valdepeñas con la de La Mancha. La mayoría de los caldos pertenecen a esta última. Buena parte se exporta, en auge están los países del Este (también China), pero como Castilla-La Mancha recolecta muchísima uva, pues hay suficiente incluso para proveer a otras zonas bien afamadas, como Rioja o Ribera del Duero, que no tienen tanta producción. Igual que en el sector hortofrutícola, aquí también hay que cuidar la trazabilidad, así que no se puede vender vino de Castilla La Nueva para luego etiquetarlo con otra denominación. Lo que sí se puede hacer, según me relataron, es vender mosto manchego que se envía en camiones cisterna a esas otras zonas del norte peninsular para luego allí transformarlo en vino. Algo así como que Rioja y Ribera del Duero no tienen tanta superficie de viñedos como cabría suponer por el ingente número de lineales que llenan en los comercios sus botellas. La respuesta es que parte de ese vino proviene originariamente de Castilla-La Mancha.

El próximo post será el cuarto y último sobre esta región. Lo dedicaré a hortícolas. Pero antes quiero acabar con esta foto que le hice a esta majestuosa vaca. ¿A qué parece que me está mirando mientras la retrato? Fascinante.