Hay mucho marketing en el concepto de la proximidad y el kilómetro cero. Pero con los datos en la mano ese marketing debería guardarse en un cajón. Una de las ponencias de mayor interés del reciente Congreso InVerdadero, celebrado en el Ifema de Madrid y auspiciado por la Interprofesional Hortiespaña, era la de Esteban Baeza, especialista en tecnología de invernaderos e investigador en el nuevo centro de Coexphal.

El argumentario de Esteban Baeza es de especial relevancia, ya que este investigador almeriense antes lo ha sido en la Universidad de Wageningen, siendo con ello perfecto conocedor del modelo holandés basado en muchas ocasiones en energías fósiles, en contraposición a los invernaderos almerienses que usan como fuente de energía el sol.
El investigador dejó sobre el escenario una pregunta. ¿Qué tomate tiene una menor huella de carbono? ¿El que se produce en Almería y se exporta a Amsterdam o el que se produce en Holanda, y se vende en un supermercado holandés como tomate de proximidad?
Los números arrojan que ese tomate holandés de kilómetro cero, cultivado con calefacción, emite 4 veces más que un tomate almeriense cultivado en un invernadero solar.

En el caso del tomate almeriense el transporte hasta Países Bajos supondría 144 gramos CO2 por kilogramo de tomate. Si se suma a dicha cifra el resto de componentes que configuran la huella de carbono (infraestructura hídrica, producción de semilla y fertilizante, fitosanitarios, gasóleo y energía, maquinaria, etc) tenemos 220 gramos más. La suma de ambas cantidades suponen unas emisiones totales de ese kilo de tomates que se vende en Holanda con origen Almería de 364 gramos CO2 eq/kg tomate.
En cambio ese mismo kilo de tomate producido con calefacción en Holanda y vendido como kilómetro cero supone un total de emisiones de 1.488 gramos CO2 eq/kg, es decir, 4 veces más. Una diferencia que rompe el argumento de que el tomate producido en el norte de Europa tiene menor huella de carbono que el tomate que se exporta en camión desde Almería a dicho mercado europeo. Justo lo contrario.
De hecho el ejemplo del tomate holandés es extrapolable al que otros países del entorno, como Bélgica, Alemania o países nórdicos donde se emplean energías fósiles para el cultivo de tomate en invernaderos de alta tecnología.






