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Corría el año 1997 cuando un aspirante a periodista por la Universidad de Navarra y un estudiante de Arquitectura se encontraban en un piso de Pamplona, adornado de pinturas y lienzos hasta en los pasillos. Aquella tarde hice mi primera entrevista en la profesión en la que me licenciaría dos años después. Y aquel entrevistado era ni más ni menos que el almeriense Andrés García Ibáñez, el pintor español contemporáneo de referencia hoy día. Ayer, después de muchos años, nos volvimos a encontrar en el museo que alberga el antiguo hospital provincial de Almería.

Hace 28 años
Recuerdo con cariño aquellos años de estudiante de periodismo en Pamplona. En una asignatura de Redacción teníamos que hacer distintas entrevistas, varias en pequeño formato y una destacada más extensa. Entre otros entrevistados yo barajaba aquellos días también a José Miguel Echavarri, vecino de la planta de abajo en mi piso de estudiantes. Feliz casualidad la mía. En aquella época Echavarri aparecía casi a diario en las noticias deportivas, como director del equipo ciclista Banesto en la época dorada de don Miguel Induráin. Era una entrevista de gran relevancia mediática, me sentía afortunado por poder hacerla, más aún porque Induráin, el mejor ciclista español de todos los tiempos, acababa de anunciar su retirada.
En contra de los consejos de aquella profesora que me pedía (casi exigía) que centrase en la figura del director de Induráin la entrevista destacada de su asignatura; decidí – una vez conocí a García Ibáñez y pasé toda una tarde con él -que sería este prometedor pintor almeriense, que rezumaba genio y talento, el protagonista de dicha entrevista principal. No recuerdo las palabras exactas, pero le dije a la profesora que en pocos años Echavarri dejaría de salir en los telediarios y que en cambio aquel joven rodeado de pinceles, paisano y estudiante de Arquitectura, se convertiría en el más famoso pintor contemporáneo de nuestro país. Y el tiempo y los años me han dado la razón.
Encuentro Alumni Almería
Ya sé que la temática del arte se sale de la editorial agrícola de este blog, pero fue tan entrañable el encuentro de ayer que me tomo todas las licencias para dar el salto. Tampoco fue casualidad. La Universidad de Navarra tiene asociaciones de antiguos alumnos en las distintas provincias españolas. Ayer hubo un Encuentro Alumni Almería, se realizan de forma periódica, y Andrés García Ibáñez, como antiguo alumni y patrono del Museo del Realismo Español Contemporáneo – MUREC – hizo de guía a un grupo de antiguos alumnos entre los que me encontraba.
Que el propio director de un museo haga de guía durante varias horas y sea él mismo quien te lo muestre, te lo explique y te lo contextualice no tiene precio. Es una experiencia única.

MUREC, Museo del Realismo Contemporáneo
El MUREC cumple ahora un año desde su inauguración en marzo del año pasado. Recoge parte de la obra propia de Andrés García Ibáñez y de su colección personal. En la colección permanente hay 270 obras, entre ellas 60 de la colección de su amigo el pintor manchego Antonio López, y también colecciones itinerantes como la que se ha inaugurado hace unos días de Mariano Fortuny.
Este museo alberga la obra del realismo español de los siglos XIX y XX. El MUREC está respaldado por un Patronato privado, formado por Cosentino, el coleccionista Luis Trigo y el propio pintor y escultor Andrés García Ibáñez. En breve pasará a ser público-privado con la entrada como nuevo patrono de la Diputación de Almería.

Andrés García Ibáñez y Antonio López
Sin pretensión de ser exhaustivo, sí quiero dejar algunas pinceladas que resumen las temáticas pictóricas de las principales salas de este museo que catapulta a Almería a la primera división de las capitales museísticas de nuestro país.
La primera de las salas es un homenaje al Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar con cuatro lienzos desde los Escullos y con la Isleta al fondo. Andrés García y su amigo Antonio López, el último autor en vida del grupo de los realistas de Madrid, dedicaron varios días a visitar los Escullos para dejar como resultado dichos lienzos. Son pinturas al natural.

Escuelas valenciana, vasca y andaluza
En la siguiente sala se visualiza la transición del realismo español del siglo XIX al XX con Sorolla como gran adalid del naturalismo. En la tercera sala se despliegan con más profundidad las distintas escuelas del modernismo español en pintura y escultura con especial atención a algunas obras de Joaquín Sorolla relativas a sus estancias en la ciudad de Granada en 1909.

Es la escuela valenciana, con Sorolla a la cabeza, pero también otras obras de pintura social como los trabajos sobre el campo y la huerta valenciana de Antonio Fillol. Por otro lado, la escuela vasca con Ignacio Zuloaga o la andaluza con el popular Julio Romero de Torres.
Destacan además las obras de Mariano Benlliure, el escultor español más notorio de finales del XIX y principios del XX e influido por los aires de la Institución Libre de Enseñanza.

En la cuarta sala, más sobre Zuloaga, espectacular el retrato en la playa de Zarauz. Y más sobre las diferentes escuelas regionalistas del realismo español como la escuela andaluza destacando una obra de referencia para el MUREC como es La Consagración de la copla de Julio Romero de Torres. Una exaltación de la mujer andaluza y de su belleza, de su mirada profunda, seductora e irresistible, en palabras de García Ibáñez.

En la quinta sala se visiona cómo la simplificación de las vanguardias, ya sea cubismo, fovismo o expresionismo, influye en los autores realistas de la época y en la sala seis se reflejan las tendencias realistas de posguerra.
Todo lo anterior en la planta inferior. En la segunda planta, un homenaje a los realistas de Madrid. Antonio López Torres, natural de Tomelloso y tío de Antonio López, fue el precursor y alma mater de este movimiento. Esta planta recoge una parte muy noble de la obra de estos cuatro matrimonios de pintores que hicieron posible esta escuela.

Pero la historia no acaba aquí. La siguiente cita será en Olula del Río en Casa Ibáñez, cuya obra multiplica hasta por seis la existente en el MUREC. Allí, en el corazón del Almanzora Andrés García Ibáñez atesora lo mejor de su pintura y en los últimos tiempos ha conseguido además rescatar, proteger y aunar lo principal del legado del movimiento indaliano, antaño seña de identidad de Almería.
Grande Jose Antonio!