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Antes de ser chef hay que ser ayudante de cocina. Y en la Escuela Familiar Agraria de Aguadulce (Almería) lo tienen muy claro. Aprendizaje teórico de contenidos, pero también de conocimiento práctico. Además de valores. Tras suscribir un convenio de colaboración con el ayuntamiento de Roquetas de Mar los alumnos de EFA Campomar realizan prácticas en el invernadero experimental cedido por el consistorio roquetero. Y hemos querido conocerlo y verlo in situ.
La mañana que visitamos este invernadero, próximo al núcleo de Roquetas, encontramos varios grupos de prácticas y distintos profesores. Hay estudiantes de 1º de Actividades Agropecuarias, pero también de 1º de Producción Agroecológica. Y entre los docentes, el subdirector, José María Molina, y los profesores Javier Castillo y Juan José Rodríguez.
Control biológico
Más allá de las clases teóricas que se imparten en el aula – en las instalaciones ubicadas en Aguadulce – aquí en el invernadero hay que poner en práctica lo aprendido. Por ejemplo, saber reconocer a los bichos, los beneficiosos, como swirskii, nesidiocoris, aphidius o eretmocerus, entre otros muchos; pero también los insectos plaga transmisores de virosis y enfermedades. Las lupas no faltan.
Así, Juan José Rodríguez nos da una lección magistral sobre la lucha contra pulgones, especialmente los que este año han causado más estragos, los micropulgones. En este invernadero experimental de Campomar hay Aphidius colemani, parasioide eficaz frente a pulgones pequeños como Aphis gossypii y Myzus persicae.
Pero no solo fauna auxiliar, sino también se aprende sobre plantas reservorio para alimentar, refugiar y ayudar a la reproducción de los beneficiosos dentro del invernadero. Es el control biológico conservativo.
Hay plantas de lobularias, tanto blancas como moradas, pero también observamos rudas y eneldos. Hay alumnos buscando sírfidos entre éstas últimas.
Tareas culturales
Y dentro de un invernadero hay que aprender a trabajar. Para ser maestro primero hay que ser aprendiz. Así que los alumnos, muchos de los cuales después serán agricultores en sus propias fincas, capataces o técnicos de campo, aprenden todo tipo de tareas culturales propias del trabajo diario del invernadero.
Así, observamos durante nuestra visita limpieza de malas hierbas, entutorado, lía, deshoje, limpieza de tallos o recolección de frutos. Hay berenjenas, pepinos, melones, sandías, pimientos y tomates, así que se conoce sobre la labor que requiere cada especie.
La campaña de principio a fin
“Los alumnos aprenden todas las actividades propias del invernadero. Desde la preparación del terreno al inicio de campaña pasando por el control de plagas y el cálculo del programa de abonado hasta los temas relacionados con el agua y el cabezal de riego”, señala Javier Castillo, responsable de la rama agraria de EFA Campomar.
“Las nuevas tecnologías son muy importantes. Así que los alumnos se familiarizan con ellas aquí. Conocen sobre sistemas automáticos de apertura y cierre de ventanas, disponemos de medidores de radiación, temperatura y humedad y otras utilidades del control climático”, añade el profesor Juan José Rodríguez.
Ensayos e innovaciones
Este invernadero es a su vez un campo de ensayos. “Por ejemplo, hemos llevado a cabo una prueba con un melón amargo, muy exótico y singular a la vista, similar a un pepino. Hemos hecho desde el trasplante, el entutorado hasta la recolección”, explica Rodríguez.
También pruebas con distintas especies vegetales de plantas reservorio para comprobar su capacidad de atracción o repelencia a determinados insectos.
Ensayos con balsetas para evaluar la subida de la humedad relativa.
Por último, son distintas las empresas que han colaborado en la primera campaña de este invernadero de EFA Campomar, como Koppert con sus trampas, abejorros o auxiliares, o el semillero Crisel, con plántulas de hortícolas, plantas reservorio o las semillas del melón amargo.