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Nieta e hija de agricultores abderitanos, el amor al campo le viene de su familia paterna y materna. Es Elena Funes Suárez, diseñadora almeriense, pionera con su colección Agricostura en unir moda y agricultura bajo abrigo. Coincidiendo con el III congreso de invernaderos solares, Inversolar, que se celebra esta semana en El Ejido (Almería), hemos querido conversar con Elena para conocer su contribución al campo a través de la alta costura.
Modelo familiar
“Siempre he estado en contacto con el entorno de la vega de Adra y el mundo de los semilleros”, explica Elena, en alusión al semillero El Cauce, del que su padre es socio fundador, “la agricultura es el medio de vida de mi familia. Así que le profeso amor. Amor a mi tierra y a mis raíces, y la moda es un buen soporte para contar la historia del modelo de nuestra agricultura, a veces injustamente desconocido, pero lleno de virtudes que hay que dar a conocer”.
En la reciente feria internacional de Fruit Attraction desfilaba la colección Agricostura sobre el suelo expositor del stand del programa de invernaderos solares, Cute Solar, y lo hacía tras la presentación del III congreso Inversolar que se desarrollará este próximo 3 y 4 de noviembre en el centro de Las Palmerillas, bajo el título ‘El futuro es aquí’.
Invernaderos solares
“El programa Cute Solar promociona la cultura del invernadero y más concretamente la particularidad de los invernaderos solares de Almería y Granada”, expresa Elena Funes, “los invernaderos son nuestro invento, capaz de ser exportado a otros lugares por todas las ventajas que atesoran”.
El uso del sol como fuente energética, de ahí el término de invernaderos solares en contraposición a otras estructuras de otros países que necesitan calefacción y energías fósiles para poder producir. Menor huella hídrica, optimización de la tierra y el suelo, efecto albedo, sumidero de CO2, control biológico o reciclaje de restos vegetales y plásticos son algunos de los argumentos de los invernaderos solares que producen en los meses de invierno para que los europeos puedan llenar a diario sus platos con ensaladas de hortalizas frescas.
Antes de lanzar su colección Agricostura – media docena de modelos que emplean entre sus tejidos materiales propios de los invernaderos – Elena Funes estuvo documentándose durante medio año sobre dichos materiales para poder diseñar sus trajes y que al mismo tiempo sirvieran de vehículo para contar la historia de los hombres y mujeres de la cultura del invernadero.
“En nuestro campo se ponen recursos y conocimiento para reciclar plásticos, para que tengan más vida y hacer posible una agricultura sostenible”, señala la diseñadora almeriense, “también es motivo de orgullo nuestra forma de abastecer a los mercados con alimentos seguros que superan todos los estándares de calidad que se puedan exigir. El resto del mundo tiene que saber lo que aquí hacemos”.
Slow Fashion
La colección Agricostura forma parte del proyecto fin de carrera presentado por Elena Funes a la finalización de sus estudios universitarios de Diseño de Moda en Granada. Con dicho trabajo obtuvo matrícula de honor. Hoy día Elena compagina su actividad como docente de esta rama de enseñanzas artísticas superiores con su carrera como diseñadora.
Nos habla de Slow Fashion (concepto paralelo a otros como slow life o slow food) que buscan un estilo de vida más lento y artesanal, más auténtico y alejado del frenesí de lo rápido, ya sea en la moda, en la vida o en la comida. Así se entiende su manera de diseñar y crear ropa: “Produzco de forma personal, de un modo artesanal, es el Slow Fashion”.
Son obras de artesanía y de arte. Es la alta costura y en ella se inscribe la colección basada en los invernaderos.
Agricostura
“Llevaba rumiando este proyecto desde hace años, poner en valor los materiales y la historia del campo a través de la moda”, señala Funes.
Para la colección Agricostura esta joven diseñadora se sirvió de restos de bobinas de plástico, dándoles un valor – por ejemplo, en el diseño de faldas – que de otro modo no tendrían al tratarse de restos de bobinas.
También empleó plásticos de desinfecto; en este caso limpiándolos e higienizándolos para crear diferentes composiciones, como ramilletes inspirados en la flor de la tomatera.
En Agricostura hay también mallas de sombreo como material para confección de vestidos; hilo de rafia, para tejer jerseys; hilo de rafia torcido, para distintos adornos de los trajes; o grapas metálicas para cubrir en el top de algunas modelos, entre otros materiales.
“Esto no acaba aquí. Seguiré perpetuando nuestra cultura a través de la moda”, añade Elena Funes, “y es de agradecer a todas las plataformas e instituciones que abrazan este tipo de proyectos que apoyan nuestro origen”.
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Ana Rubio