Esos setos entre dos invernaderos que empezó a diseñar hace 5 años Esther Molina se han convertido en la práctica en un ‘supermercado’ para la fauna auxiliar autóctona de la zona de Los Grillos en el campo de Níjar.
Esther es una agricultora almeriense enamorada de su trabajo y de su modo de vida. Cree que el futuro del ‘modelo Almería’ pasa por repicar lo que nos muestra a la entrada de su finca de pimiento, un ecosistema en el que habitan los insectos auxiliares todo el año, en una simbiosis perfecta entre naturaleza y mano del hombre.
Es el control biológico por conservación, basado en la instalación de setos en el perímetro del invernadero para que esa fauna auxiliar tan beneficiosa no esté de paso solo unos meses, sino que viva permanentemente junto a la finca.
Pero Esther Molina va más allá de los setos, ya que en su ecosistema también encontramos esos hoteles para insectos tan llamativos. Ana la retrata junto a uno de ellos con su hijo Guille De Ves Molina, que también ha seguido los pasos de su madre hacia esta forma de entender la agricultura.
“Lo que aquí hacemos, se puede hacer en toda la provincia y sería la mejor manera de diferenciarnos de nuestros competidores y de crear futuro para nuestro campo”, asegura Esther Molina, que también nos cuenta que con el control biológico por conservación ha reducido drásticamente en los últimos años las plagas a las que se tiene que enfrentar durante la campaña.
En la puerta del invernadero están todos esos bichos buenos que consiguen mantener el cultivo limpio y sano. Auxiliares que entran y salen de la finca para encontrar cobijo y alimento en los setos, cuando no hay producción en el interior, y así el ecosistema en torno a su explotación agrícola está vivo los doce meses.
En la práctica Esther ha logrado erradicar la mayoría de plagas, reduciendo los tratamientos al máximo, lo que ha redundado en un ahorro de costes. Otra gran ventaja es que puede alargar la vida de su ciclo productivo hasta donde cree necesario, llegando al final con más sanidad vegetal y con frutos de más calidad.
La pregunta que surge es concluyente. ¿Puede este modelo de control biológico por conservación ser adoptado por una mayoría de agricultores (no por una minoría, como hasta ahora), de tal forma que se consigan reducir costes y aumentar ingresos? La reflexión merece la pena porque podríamos estar ante una solución a muchos de los problemas que año tras año azotan al sector productor.
Seto grillero los 12 meses fauna auxiliar
Esther Molina nos hace un juego de palabras para denominar a su bosque como un ‘seto grillero’, haciendo clara alusión a la zona de Níjar de Los Grillos donde nos situamos. Un seto que tiene flores los doce meses del año.
“Es un gran reservorio para los enemigos naturales y una barrera para la entrada de plagas en el invernadero”, describe esta agricultora nijareña, “estos setos son para los enemigos naturales abrigo donde duermen y habitan y donde también se alimentan”.
Así que Esther siempre tiene en el perímetro de su finca los enemigos naturales que requiere cuando inicia el cultivo. Nos comenta que durante estos años también ha recibido la inestimable ayuda de Mónica González, de Las Palmerillas, y Estefanía Rodríguez, del Ifapa, dos investigadoras que llevan años predicando este modelo de agricultura más sostenible.
Describir con detalle este seto grillero llevaría muchas páginas, así que someramente daremos unas pocas pinceladas. Esther nos habla del pegamoscas como reservorio para alimentar a auxiliares tan importantes como el nesidiocoris, e interesante también para los polinizadores, como los abejorros que observamos.
Para floración, para un mes tan crítico como agosto nuestra anfitriona nos señala el hinojo o perejil marino; mientras que para el otoño, en el que ya hemos entrado, el albardín es un perfecto aliado para la floración.
Nos encontramos en el paraje Cambronal, conocido así precisamente por los setos que le dan nombre y que sirven como refugio, pero también para floración aportando polen durante muchos meses.
“La santolina sirve para todo”, señala Esther, “para dormir, para invernar o para polinizar cuando tiene flor”.
Y continuamos con la efedra, como planta refugio par la fauna auxiliar; el romero, en flor durante diez meses; la lavanda, para atraer a los polinizadores; también la hierbaluisa se asocia a los polinizadores y atrae a su vez a los parasitoides de pulgón; o la cornicabra, endémica de Almería y Murcia. “El polen de las hojas de la cornicabra sirve para toda la fase adulta de los insectos que se alimentan de néctar”, añade.
Hay plantas con una función muy útil como reservorio, como el hinojo, específico como reservorio de pulgón; la pegamoscas, como reservorio de mosca blanca; o la lobularia para trips. Así que son despensa, supermercado para esos insectos tan beneficiosos de nuestro campo.
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