Era cuestión de tiempo hacerse esta pregunta, y ahora con bajos precios surge casi de forma espontánea. Joaquín López, conocido popularmente como Bernabé, es ese joven agricultor del Poniente almeriense que surgió de forma espontánea hace apenas un par de años en un período de crisis de precios durante un arranque de campaña y que ahora después de una sobreexposición pública, que lo dejó agotado y exhausto, se dedica a trabajar bajo el invernadero representándose a sí mismo y a sus valores.
Ahora cuando se le ven las orejas al lobo y hay que tirar de banquillo, nos damos cuenta de que no hay banquillo. Hemos hecho todos los cambios, vamos perdiendo el partido, pero no hay recambios. Tenemos que jugar con los jugadores que hay sobre el césped. Y todo hace pronosticar que no hay remontada posible.
Hay algo de Caín y Abel en nuestra agricultura, pero también en España si elevamos la mirada hacia otra capa de la cebolla. Esa crítica constante, convertida en un instinto colectivo, no nos puede traer nada bueno. Aquí opinamos y criticamos todos, y a veces a una velocidad de vértigo; pero a la hora de la verdad, salvo en contadísimas excepciones, a las protestas, manifestaciones y concentraciones que se convocan para defender los precios van cuatro gatos. Así es.
Y la soledad hace mella porque trae frío y desamparo.
Quizá sea necesaria más autocrítica por parte de cada uno. El sector va a estar sumido en los mismos problemas de siempre, si se continúa con la crítica fácil y no constructiva. ¿Quién va a tomar en serio a un gremio profesional en constante guerra interna? Estando el patio así, los políticos lo tienen fácil para mirar hacia otro lado.
Figuras como la de ‘Bernabé’ son irremplazables. Así lo creo porque opino que las personas somos insustituibles. A este agricultor, con sus defectos y virtudes – como todo hijo del mundo -, se le hizo en su momento una campaña de acoso y derribo por parte de todos aquellos que ahora, en el momento de la verdad, se dan cuenta de que están solos y sin músculo y fuerza suficiente para defender la agricultura.
Los que quedan, aquellos otros agricultores que representan a organizaciones de productores o empresas, intentan levantar la voz (y algunos lo hacen con muy buena voluntad e intención) y hacer defensa del barco; pero sufren del mismo modo la crítica destructiva que ya sufrió ‘Bernabé’ y sus mensajes no llegan. Así que el campo está huérfano porque no hay un líder que los represente a todos. Los que hay representan a determinados colectivos, ya sean empresariales o sindicales, pero no existe una voz cantante que sea respetada por una generalidad del sector.
Si sembramos rencillas, si sembramos odios, si sembramos dudas, si sembramos desunión, ¿qué vamos a recoger? Tempestades.
Si no hay autocrítica y un cambio de 180º en la óptica de afrontar los problemas, estamos a un paso del sálvese quien pueda.
Siento decir estas cosas, pero tengo la impresión de que la falta de unidad actual del campo no tiene precedentes.
Ana Rubio
Existen demasiados saltimbanquis que hablan mucho y hacen poco, también infiltrados de grupos políticos y organizaciones agrarias que no ven con buenos ojos perder el mana de las subvenciones y perder protagonismo.
Hemos intentado unir al sector dos veces, lo intentaremos de nuevo. En Nules y Villarreal seguimos nuestra lucha particular, pero seguimos dispuestos a empujar junto con los demás para sacar el “carro “ del atolladero.