Miguel Pérez Vargas es un agricultor de El Ejido, socio de la cooperativa Ejidomar. En su finca de Fuente Nueva la casa Zeraim celebraba a finales de diciembre, ya para ir cerrando el año, una doble jornada de campo para mostrar una de sus últimas novedades en california rojo, como es Adrianno. Miguel es un veterano productor de pimiento, en su día pionero en el Melchor, un referente de Zeraim que transita ya en los 19 años, de ahí el recorrido de este agricultor con su casa obtentora encadenando dos décadas de fidelidad a la marca.
Con Miguel camino por dos invernaderos contiguos en los que cultiva la nueva variedad Adrianno, mientras me explica que empezó con el Melchor cuando ni siquiera tenía nombre comercial, y era un número. “El Melchor es una referencia en el california, como todos sabemos, pero con Zeraim llevo más años incluso poniendo pimientos, cuando antes de Melchor había otra variedad de la casa que se llamaba Demonio”, me comenta, mostrando gran maestría memorística. “Y ahora llega Adrianno que también es un gran pimiento”, añade.
Y a partir de ahí comienza a describirme esta nueva variedad recomendada para trasplantes del 15 de julio hasta finales de dicho mes. “Es una mata muy fuerte de raíz, con un buen comportamiento frente a ceniza, sin problemas de cracking, y con mucho aguante en planta”, señala el agricultor.
Miguel, como socio de cooperativa, busca pimientos uniformes para la confección en flow-pack, que sean homogéneos y no se vayan de calibre. “Adrianno hace calibre G-GG, un tamaño muy bueno para lo que me pide la cooperativa, ideal”, afirma Miguel.
Lidia Martín, técnica comercial de Zeraim, se incorpora más tarde y redunda en algunas de las ideas expresadas por Miguel Pérez: “Alta uniformidad, calidad de fruta sin destrío, todo primera. Los pimientos de Adrianno son de cuatro cascos con un rojo intenso y con brillo”.
Dejo para el final uno de los rasgos principales del pimiento Adrianno, su productividad. Miguel y Lidia aparecen en la imagen junto a una planta a la que su compañero Juan Diego le había contado esa mañana 33 piezas de fruta.