Sería un “Homo Agrícola” (hombre agrícola), haciendo un guiño a la primera Biblia de la información agrícola online. Hace un año ningún gurú habría sospechado que el mundo se habría transformado meses después en lo que es a día de hoy, a finales de diciembre. Nadie prevé que la vuelta de tuerca vaya más allá aún, ni siquiera el virólogo apocalíptico Quique Royuela que en su ponencia magistral con la que inauguraba hace unos días el evento de #Inversolar reflexionaba sobre el nexo ficción y realidad para concluir que en el peor de los mundos, en el más negro de los escenarios – preludio de un nuevo mundo – ese renacer solo podría venir de la mano de la agricultura.
Lo que este doctor en virología y fan de esos finales apocalípticos retratados en el cine y la literatura viene a decir es que la agricultura es el sector más esencial de los posibles. Creo que empezamos a ser conscientes, pero aún no plenamente de la profundidad de dicho argumento, pese a que la actual pandemia ha evidenciado que dependemos para sobrevivir de la producción de alimentos.
“En todas las pelis de zombies la huerta es fundamental”, recordaba Quique Royuela, “¿Cómo optimizar la producción de alimentos para constituir una nueva civilización? La respuesta son los invernaderos solares. En un apocalipsis zombie no hay electricidad, solo se puede emplear el sol que es lo que usan los invernaderos solares que no demandan energías fósiles”.
Royuela concluía que Rick Grimes, protagonista de Walking Dead, sería plenamente feliz viviendo entre los invernaderos de Almería y de la costa de Granada.
Lo que envenena es la quimiofobia
La siguiente ponencia tampoco tuvo desperdicio, a cargo del investigador murciano Daniel Torregrosa que abordó los prejuicios de la quimiofobia en el contexto de una sociedad de argumentos simplistas y dada al discurso fácil, sin reflexión racional sino instintiva.
En un tono didáctico Torregrosa describió los LMR, que no son límites toxicológicos – ni siquiera si se superan – y señaló que la percepción del miedo a lo químico (la quimiofobia) se supera hablando abiertamente de los beneficios de la química, amén de explicar los conceptos básicos de la toxicología.
De hecho, según explicó, gracias a los avances de la química se ha triplicado la esperanza de vida en el último siglo.
Matemáticas y predicciones con el uso de datos
Clara Grima es una enamorada de las matemáticas, profesora que además de impartirlas, las divulga. Grima hizo un repaso histórico de la confluencia entre las matemáticas y la agricultura a lo largo de la historia para concluir con algunos ejemplos de plena actualidad, incluso citando a una empresa almeriense que trabaja el universo de los datos para predecir posibles escenarios para los agricultores y sus empresas, como hace Agrowing Data.
“Predecir cuánto se va a producir en cada país y cuál será su demanda. Agrowing Data utiliza algoritmos similares a los de Google”, expresaba.
Clara Grima iba un paso más allá defendiendo que la recogida de datos es el nuevo petróleo de nuestros tiempos. Datos que se pueden obtener de sensores, drones y un largo etcétera con el propósito de diseñar algoritmos de inteligencia artificial autónomos.
Una ingeniería de datos que se reivindica, aún más si cabe, en el contexto del cambio climático y con el objetivo de adelantarse a todos los escenarios. Grima señalaba también que en ese escenario de clima cambiante “los invernaderos nos van a salvar la vida porque podemos controlar las condiciones climáticas produciendo de la forma más eficiente posible, optimizando los recursos con la ayuda de las matemáticas”.
La demonización del plástico
Finalizaba la primera jornada de #Inversolar, el congreso sobre los invernaderos solares, Deborah García, química de formación y muy popular en su faceta de divulgadora en distintos medios y redes sociales.
Como buena gallega, Deborah empleaba la reflexión antes que la afirmación y el axioma, invitando a pensar sobre esos prejuicios en torno al plástico, entre ellos el de creer que los invernaderos de vidrio son más ventajosos para el medio ambiente.
Deborah García reflexionó desde el plástico de invernadero – resistente a roturas, duradero y con una larga vida útil que le confiere la definición de bajo impacto ambiental frente a otras alternativas – hasta el plástico de nuestro día a día como consumidores.
En cualquier caso, nada mejor que escuchar los argumentos en la propia voz de Deborah García en el siguiente enlace en el que se recoge la primera jornada de Inversolar con las intervenciones de todos los ponentes (pinchar aquí).
Ana Rubio