Mari Cruz Martínez es una enamorada de su profesión. Es ITA, de la primera hornada de mujeres que visitaban fincas y asesoraban a agricultores con sus recetas y sus consejos. Lleva haciéndolo desde hace 20 años y conserva la misma ilusión del principio. “Cada día me gusta más mi trabajo. Es dinámico, no hay dos días iguales. Y luego está el trato humano con los agricultores, con los primeros y con las siguientes generaciones, sus hijos”, comentaba ayer mientras nos dirigíamos a la zona de Los Trancos para acompañarla en uno de sus días cotidianos.
José María Sánchez, productor de tomate y que ha continuado con el legado agrícola de su padre y de su abuelo, me confirma que retira en Viagro desde 2004. Echamos cuentas de los años que lleva Mari Cruz pisando su invernadero. Ya son unos cuantos. “Más del 80% de los agricultores que asesoro los llevo desde hace más de quince años, lo que genera confianza. Además es la mejor forma de conocer el historial de la finca para prever problemas y poder adelantarte”, explica mientras recorremos el pasillo central conversando sobre el día a día del agricultor y el técnico como binomio.
José Manuel, hijo de José María, se presta a fotografiarse en repetidas ocasiones con su padre. Es el relevo generacional, forma parte de esa promoción de jóvenes agricultores que serán los que tendrán que defender el ‘modelo Almería’ en los próximos años.
Proseguimos viendo fincas. En la zona de Cuevas de los Medina, de la autovía hacia arriba se ubica la explotación de Antonio Lorenzo, quien menciona que en su momento, allá por el 2000, el suyo fue el primero de los invernaderos que se levantó en la cara norte de esta parte de la A-7. Pero Antonio no está solo, sino que lo acompañan sus hijos Ismael y Antonio y su hija María Jesús.
Son un ejemplo del modelo familiar y de su futuro. Los cuatro rememoran anécdotas de ese hilo invisible que los une a la agricultura, ‘criados en una caja de tomates’. María Jesús recuerda cómo de niña le recitaba a su madre las tablas de multiplicar desde una de esas cajas de tomate, símbolo de una tierra y de un modo de entender la vida. El tomate para muchas familias almerienses, que lo han mamado de generación en generación, es una seña de identidad. No solo una hortaliza.
Antonio Lorenzo lleva con Viagro dos décadas, y década y media cultivando tomate raf. Actualmente está en el proyecto de Adora, a través de su cooperativa, la CASI. Señala que las claves para sacarlo bien está en las estructuras, la conductividad y la forma de riego, en definitiva, en el manejo. “Y luego el consejo de Mari Cruz”, comenta entre sonrisas.
Uno de sus hijos, también Antonio, recuerda que cuando se aventuró hace ya trece años con su propio invernadero, en Pechina, fue determinante el acompañamiento agronómico de Mari Cruz. “Es la jefa, me ha ayudado a resolver muchas dudas y problemas para poder crecer en mi día a día como agricultor”, enfatiza este joven productor.
Una decena de técnicos de campo
Viagro, situada en la carretera de La Cañada a Viator, se asienta en el paraje Haza Tableada. Empresa que recientemente ha remodelado y modernizado sus instalaciones coincidiendo con su 40 aniversario. En ella trabajan una decena de técnicos de campo, entre ellos Mari Cruz Martínez García.
“Además de asesorar fincas, también supervisamos ensayos (resultados, protocolos, etc) y llevamos cuadernos de campo”, precisa.
De hecho Viagro tiene la calificación EOR, Ensayos Oficialmente Reconocidos. Además cuenta con laboratorio propio para microbiología y analítica de agua y soluciones nutritivas para fabricación de abonos líquidos.
Ana Rubio