Autor.- Ramón Puig Rosich, productor y periodista de Tarragona
La cosecha de la avellana se recupera tras el desastre del año pasado y redefine su futuro poco a poco
La avellana ha registrado una cosecha que vuelve a la normalidad tras un año anterior desastroso y que se definió como la tormenta perfecta: baja producción por las ventiscas, bajo rendimiento por el alto nivel de podrido por las lluvias en plena recolección y un precio hundido por la devaluación de la lira turca. Afortunadamente este año la cosecha ha recuperado niveles positivos, lo que significa superar las 10.000 toneladas en cáscara; el rendimiento también es bueno (más del 50% de fruto sin cáscara) y el precio se ha recuperado notablemente (1,75€ la libra, equivalente a 2,19 el quilo), aunque no alcanza los 2 euros, que es el precio mínimo que el sector productivo establece para garantizar la viabilidad de las explotaciones.
El 82% de la producción de la avellana se concentra en la provincia de Tarragona, mientras que el resto se reparte entre la provincia de Girona y otros puntos de la geografía española (Aragón, Cantabria, Comunidad Valenciana, La Rioja, Murcia, Navarra y País Vasco). El sector productivo ha sufrido una grave crisis en los últimos 30 años, con una pérdida considerable de superficie, al pasar de las 35.000 hectáreas de los años 80 a las actuales 13.000. A pesar de este declive productivo, la zona alrededor de la ciudad de Reus concentra una importante estructura con todos los agentes de la cadena de producción, lo que hace que mantenga un peso importante en la economía del sur de Catalunya. De hecho, se calcula que se importan cada año 11.000 toneladas, mayoritariamente a través de los principales comercializadores, entre ellos cooperativas, que históricamente se abastecían de producto local. Por todo ello también se han puesto en marcha diferentes iniciativas para recuperar el prestigio de la avellana local Denominación Origen Protegida (DOP) Avellana de Reus, muy valorada por su calidad.
Un proyecto europeo permitió el año pasado la edición del libro “El cultivo del avellano en Europa”, escrito a seis manos desde la Universidad de Ordú (Turquía), la Universidad de Tuscia Viterbo (Italia) y el Institut Recerca i Tecnologia Alimentària (IRTA)-Mas Bové, en Reus, con Mercè Rovira como experta local. Turquía acumula el 70% de la producción mundial con 675.000 toneladas, seguida de Italia con 130.000 toneladas y 80.00 hectáreas. Históricamente España ocupaba el tercer o cuarto puesto en producción, posición que se ha visto relegada hasta la décima con la aparición de nuevos actores como Azerbaiyán, Georgia, Chile e Irán. También los Estados Unidos, Francia y Chile desarrollan programas de crecimiento, gracias a nuevas plantaciones con tecnología moderna que permite un rendimiento de 2 toneladas por hectárea (el doble de lo que se obtiene en España).
En un contexto de crecimiento internacional tanto de consumo como de producción y con una importante industria y un producto diferenciador en calidad llama la atención el declive del avellano en la provincia de Tarragona. Una de las principales razones se encuentra en el propio sector productivo, con explotaciones de pequeño tamaño (el 60% no superan las dos hectáreas) y unos propietarios de edad cercana a la jubilación y sin relevo generacional, lo que ha frenado su transformación y modernización. A todo ello se añadió una falta de estrategia a nivel de variedades, fomentando la cantidad en detrimento de la calidad y el precio, de modo que la Negreta perdió terreno en favor de las italianas San Giovanni y Tonda di Giffoni.
La crisis del año pasado sirvió para hacer un crítico diagnóstico del sector y trazar las grandes líneas de futuro, ya que existe un buen potencial de crecimiento. De entrada, las históricas peticiones del sector para que hubiese subvenciones han dado paso a llamadas a una mayor transparencia en el precio y una defensa del producto local, que estructuralmente cotiza por debajo de la avellana italiana y turca. Como administración, la Generalitat de Catalunya encargó un plan estratégico de revalorización de la avellana, al Parque Científico y Tecnológico de Turismo y Ocio, hasta hace poco vinculado a la Universidad Rovira i Virgili (URV). El análisis externo presenta un sinfín de oportunidades: crece el consumo de frutos secos, las tendencias alimentarias priorizan los productos naturales de calidad y de proximidad con una especial preocupación por la salud. La propuesta de mejora es desarrollar una estrategia coordenada de todo el sector poniendo el acento en la calidad y la singularidad del producto (variedad local negreta) y con el objetivo de incrementar el consumo en forma de snack, ya que hoy en día es minoritario el consumo de mesa y más del 90% del producto se transforma en pasta para otros productos (industria pastelera, principalmente).
Este octubre la propia Generalitat de Catalunya, mediante el Departamento de Agricultura, anunció la creación de una Organización Interprofesional Agroalimentaria (OIA), que viene a ser una circunscripción económica entre los principales agentes y mediante la cual se establecen unas normas comunes en los campos de la producción y la comercialización. Seis organizaciones de productores agrarios (OPA), de las cuales 3 son de tipo cooperativo, concentran el 65% de la producción nacional. Mercè Rovira destaca en el libro sobre el cultivo del avellano en Europa “el gran esfuerzo inversor del sector en la tecnología del proceso del fruto. Actualmente muchas cooperativas ofrecen productos semielaborados a muchas industrias chocolateras europeas y disponen de producción propia de producto, en cáscara y en harina, para su venta directa”. Entre los operadores privados, en Reus, Paulino Solanellas sólo compra y vende producto local, no importa avellana y el relevo generacional ha dado paso a Solanellas Nuts, con una planta de procesado que permite la integración hasta el producto final elaborado, para afrontar los mercados exteriores con la calidad como elemento diferenciador. En un mercado global e internacional con nuevos actores, la carta de un producto sostenible también ayuda a la diferenciación y por ello han iniciado un proyecto para certificar que sus avellanas son respetuosas con el entorno natural y social.
La mayor coordinación entre los agentes debe llevar a una potenciación de nuevo de la Negreta, una variedad valorada en los mercados por su calidad. En los últimos años se ha realizado un esfuerzo para certificar las variedades, con planta de viveros e incluso desde el IRTA se ha desarrollado un patrón (injertado con la variedad americana Dundee) poco rebrotador.
Y el siguiente estadio con un potencial de mejora considerable y clave para el desarrollo del sector es la potenciación del consumo final (snack), con un mayor esfuerzo de distribución y promoción. De momento ya han aparecido productores locales que han decidido llegar directamente al cliente final y ello debe ser una tendencia futura en auge, como en el aceite y el vino, para citar dos cultivos de la zona.