
El rugoso es un nuevo virus que acecha al tomate, detectado por vez primera en Israel en 2014, que está presente en zonas productoras como México, Sicilia o más recientemente en Turquía (2019). En este contexto en el que el productor demanda información sobre esta nueva virosis y otras enfermedades, Semillas Fitó ha querido durante este mes de septiembre organizar una visita con medios especializados a varios de sus centros en Barcelona para dar a conocer la trazabilidad que se sigue y los procesos de prevención y control para dar seguridad y tranquilidad a los agricultores sobre el origen de sus semillas.

El Tomato Brown Rugose Fruit Virus (ToBRFV), conocido coloquialmente como el rugoso, hoy día está erradicado de países como Alemania, donde fue detectado pero en el que está declarado como ausente desde 2018. Existen protocolos como los del ISHI-Veg para su detección con test y kits específicos. Además, toda la semilla de Fitó pasa por sus centros de Barcelona, donde el departamento de calidad, dirigido por Anna Viles, controla el proceso de sanidad para verificar que dicha semilla está exenta de virus, viroides, hongos y bacterias.

Viles nos ha explicado que en el laboratorio de sanidad se testan y analizan posibles hongos y bacterias y se ponen en marcha diferentes protocolos, entre ellos los del ISHI, para conocer el estado de los lotes y garantizar que las semillas están libres de patógenos.
En la tarea de detección y diagnóstico de SBD (enfermedades transmisibles por semilla) Fitó a su vez trabaja con el IRTA de Cataluña, pertenece al grupo de trabajo ISHI-Veg (dentro de la International Seed Federation), está dentro del convenio específico de Anove e INIA, y este año se ha incorporado al proyecto Euphresco que diseña estrategias frente al rugoso.
Este virus, transmisible de forma mecánica por contacto y que puede sobrevivir durante años en restos de cultivo, en la tierra, en utensilios, líneas de invernadero o semilleros, plantea una reflexión sobre la no idoneidad de producir semillas en países en los que está presente (como China o Israel), sobre el modo en el que entrar en las fincas y sobre las medidas preventivas que implementar en el invernadero.
Certificación GSPP para la prevención de Cmm
Pero más allá del rugoso la jornada de Semillas Fitó con periodistas del sector ha dado para mucho más, por ejemplo, hemos podido conocer la reciente certificación GSPP de Fitó para semillas de tomate frente al patógeno Clavibacter michiganensis ssp. Michiganensis.

Juan Jesús Narváez, Seed Technology & Quality Process, nos ha mostrado la zona GSPP y su maquinaria, de limpieza de semillas, de calibrado y de envasado. Todo ello auditado con estrictas medidas de higiene para evitar la contaminación.
El objetivo es prevenir que las semillas y plantas de tomate se infecten por la bacteria Clavibacter. El portainjertos Silex o los tomates Ateneo, Alcazaba, Runner o Monterosa son variedades certificadas como GSPP (Good Seed and Plant Practices).

Centro de producción de semillas
El evento también ha contado con una visita al centro de producción de semillas, también con áreas de investigación, situado en Llavaneras. Allí Francisco Fernández y Víctor Sancho nos han explicado los protocolos que se siguen para evitar las SBD (Seed-Borne Diseases).

En Llavaneras Semillas Fitó controla todos los factores de riesgo, desde el agua, pasando por las herramientas y personas hasta el material vegetal. “Implementamos protocolos para neutralizar y evitar la dispersión de una enfermedad en caso de tener sospecha o confirmación de la existencia de una SBD en nuestras instalaciones”, ha señalado Víctor Sancho, director de producción de Fitó.
Compañeros del Portagrano, diario Ideal, revista Mercados, F&H, Fruit Today y FHAlmería hemos regresado aprendiendo un poquito más sobre un sector tan estratégico como el de la obtención vegetal y agradeciendo a Semillas Fitó su ejercicio de transparencia.
