Koppert ha cumplido medio siglo de vida y ha querido celebrarlo hace unos días en el corazón del Poniente almeriense, en el Teatro Auditorio de Vícar, con la asistencia de gran número de agricultores y profesionales del sector hortofrutícola. El acto, presentado por la popular agricultora ejidense Lola Gómez, ha contado con tres charlas, una de ellas ya descrita en esta web (pinchar aquí artículo David del Pino).
Las otras dos charlas han sido a cargo de Jaime Martínez, científico del CSIC y miembro de la Estación Experimental de Zonas Áridas, ‘Cambio climático y desertificación: un reto ineludible para la agricultura’; y Manuel Lainez, director del INIA, bajo el título ‘Estrategia española de bioeconomía’. En ambas intervenciones una de las ideas motrices que subyacía es la capacidad del ‘modelo Almería’ para reinventarse. “Ya se ha reinventado varias veces”, recordaba Jaime Martínez.
Esa reinvención camaleónica también puede venir a través del tratamiento de los desechos vegetales. Así lo apuntaba Manuel Lainez: “Los restos de los invernaderos se pueden transformar en productos que van desde los cosméticos hasta los biocombustibles, en la actualidad hay presentados varios proyectos empresariales que apuntan en esta dirección”.
Por su parte y en representación de Koppert, Kris de Smet subrayó que su compañía “se inspira en la naturaleza, de la que hay que aprender constantemente”, para a continuación apuntar que Almería es un modelo a seguir por su compromiso con la sostenibilidad. “Y no puede haber marcha atrás”, añadió.
El evento también contó con la presencia del alcalde vicario, Antonio Bonilla, que hizo una enconada defensa del “minifundio productivo, pata del milagro almeriense”. El primer edil recordó la fecha de 1972: “Tuvo lugar la primera experiencia del mundo con riego por goteo en la finca de las fresas. Era la mecha húmeda almeriense”.
Lola Gómez describió los invernaderos como “casas verdes bajo plástico” y destacó la optimización del agua que se hace en ellos: “Mientras que un kilo de carne emplea 15.000 litros de agua, un kilo de tomate en un invernadero básico apenas 45 litros, que pueden ser entre 35 y 37 litros si el invernadero recircula el agua”.
Científico del CSIC. Cuidar los suelos agrícolas
Jaime Martínez, científico del CSIC, explicó que el abandono de la agricultura está detrás de la mayor parte de los paisajes de desertificación del mundo. Casi todo es agricultura, de ahí que sea determinante lo que se haga con ella porque afectará al paisaje y a la temida desertificación. “Una vez que se pierde el suelo, ¿qué se puede hacer?”, preguntó.
El científico habló de la incertidumbre del futuro de los acuíferos costeros, de los gases de efecto invernadero (el CO2 está detrás del 63% del calentamiento, mientras que el CH4, metano, del 19%), de los cambios de uso de suelo (suelos que ya no permiten vegetación) y desgranó algunas previsiones sobre el aumento de temperaturas previsto para 2050. “En el peor de los escenarios, la previsión más negativa estima un aumento de 5º en el sureste peninsular”, dijo.
Director INIA. La bieconomía como oportunidad para crecer
Manuel Lainez, director del INIA, explicó que la cadena de valor agroalimentaria es poco eficiente porque muchos recursos biológicos (materia prima) no se usan. “Todas esas biomasas se pueden reconvertir (bioeconomía) para alimentación humana, biocombustibles, energía, etc”, describió, “por ejemplo, en el futuro no se enterrarán ni se incinerarán los restos urbanos, sino que se transformarán en ‘x’ cosas”.
La bioeconomía se basa en la reutilización de todo lo que se genera en el proceso productivo. Se prevé que en el futuro el PIB español crezca por el lado de la bioeconomía, siendo el agroalimentario el principal sector de la misma. De hecho, en la actualidad hay varios cientos de proyectos de investigación en España centrados en los distintos vértices de la bieconomía.
Vértices que dan pie a que en el futuro inmediato los restos o biomasas de la agricultura y la ganadería puedan reutilizarse para nutrición y farmacia, bioplásticos, biocombustibles, alimentos o energía, entre otros.
En nuestro país existe el Observatorio Español de Bioeconomía con varios grupos de trabajo compuestos por empresas, científicos, universidades, centros tecnológicos, asociaciones y Administraciones públicas.