Guatemala o Guatepeor. El sector primario español sobrevive arrastrado. Nunca mejor dicho cuando tenemos que pensar en la pesca, una actividad cada vez más en peligro por el bien de la sostenibilidad, esa palabreja que siempre sirve cuando se quiere justificar un recorte o un control absoluto.
Escucho una entrevista en el canal 24 horas a un portavoz de un gremio de armadores del norte de España y me quedo paralizado cuando entiendo que sus argumentos son los mismos que emplea la agricultura española y europea que vive acorralada por un Ejecutivo comunitario que no se sabe muy bien a quien defiende. Explica este portavoz pesquero que en España se imponen más normativas que en los países terceros, y que por un lado aquí se recortan cuotas y días para salir a faenar, pero se abren los puertos sin control a la llegada de pescado extracomunitario. Y alerta que está en juego la seguridad alimentaria de los consumidores europeos y la soberanía alimentaria. Nos suena, ¿verdad?
Continúa este portavoz de los empresarios pesqueros explicando que Bruselas recorta a los suyos en pro de la sostenibilidad ambiental, pero que la Comisión se olvida que también está esa otra sostenibilidad económica y social del propio sector pesquero. ¡Dios mío, si el argumentario es el mismo que en la agricultura!
¿Es ésta la agenda 2030 que se nos vende con chapita incluida para salvar al mundo del desastre apocalíptico? En nombre de la sostenibilidad, ¿es posible toda decisión? Y sobre todo, ¿qué entendemos por sostenibilidad en la boca de un político?





