Me contaba estos días atrás una empresaria directora comercial de su propia empresa que hay que cambiar la mentalidad para pasar a competir por valor y no por volumen. En la pizarra hortofrutícola abundan demasiadas categorías genéricas, convencionales, que no aportan un plusvalor. Son esos mismos productos que campaña tras campaña están en el ay del agricultor, que mira al cielo y cruza los dedos pensando en la suerte como aliada.
Añadía esta empresaria agrícola con la que hablaba, y con formación en dirección de empresas, que lo barato ya lo produce Marruecos. Que si esos productos sin valor añadido están al otro lado del Mediterráneo, nosotros aquí tenemos que especializarnos en las frutas y hortalizas que tengan un valor diferencial y que se puedan pagar mejor. Son las especialidades, que bien trabajadas son un mercado en sí mismo.
Un ejemplo: los nuevos melones, tipo Gaya, de corteza blanca y de carne de colores por dentro. Un peso medio que ronda el kilo y un sabor que enamora y vuelve a enamorar. Los hay de carne naranja y de carne verde. Jugosos, dulces y que despiertan en quien los prueba, el deseo de repetir una y otra vez. A esto se llama crear demanda de consumo sin mirar al cielo.
José Antonio Arcos