
Ya le han puesto un nombre para poder acometer el aumento del gasto europeo en seguridad: soluciones mancomunadas con fondos europeos.
Pregunta: ¿Cuál es hoy día la mayor partida presupuestaria de la UE? La agrícola, sí, la destinada a la Política Agrícola Común. Pero teniendo en cuenta que el dinero no es ilimitado – y la Unión Europea tras el portazo de Estados Unidos subirá su gasto en defensa por pura supervivencia – queda claro que ese dinero hay que quitarlo de alguna parte, entre otras de la cesta de los fondos agrícolas, con lo cual una vez más el agro pasará a ser moneda de cambio para engordar la cesta de otros intereses.
Son tiempos de incertidumbre. Para la agricultura también. La relación entre geopolítica y agricultura es directa, sin curvas, una línea recta. Tenemos en nuestra cabeza el veto ruso; los acuerdos comerciales con terceros países por motivos geoestratégicos; la guerra en Ucrania, que supuso un encarecimiento de materias primas y de costes de producción en insumos como los fertilizantes; o la guerra en Gaza que cortó la distribución de millones de semillas.
Pero con todo la principal constatación de que la geopolítica afecta a la agricultura se llama inflación, una cesta de la compra con alimentos más caros y apretando el supermercado al primer eslabón, el productor.