
Hoy día la agricultura de puertas hacia adentro, la que se hace dentro de la Unión Europa, no la de fuera, está más y más cargada de sobrecostes para el agricultor. En España – que nos gusta ser más papistas que el Papá – querían desde el Ministerio implantar la obligación del Cuaderno Digital antes que en ningún otro país comunitario. Afortunadamente se ha retrasado y ahora pasa a ser voluntario. De momento, porque en pocos años Bruselas obligará a todos los países UE.
El Cuaderno Digital Agrícola no es otra cosa que dejar huella de todo lo que hace el agricultor, absolutamente queda todo reflejado porque como se presupone que puede hacer las cosas mal, primero hay que vigilarlo para después poder castigarlo y multarlo. Obviamente la presunción de inocencia salta por los aires.
Se parte de la premisa de que el agricultor se equivocará en su trabajo, salvo que se le controle. Esa palabra, control, esconde desconfianza hacia aquel que labra la tierra y cuida el medio rural. Una pena. Luego por sus alimentos se le pagarán cuatro perras y poco a poco quedará reemplazado por lobbies que producen en terceros países sin conocer de cuadernos digitales.
Al agricultor europeo, al agricultor español, hay que ayudarle a bajar sus costes de producción. Y la reducción de la burocracia, tanto en papel como en digital, es uno de los pocos caminos que quedan. Un cuaderno digital es todo menos abaratar costes.