
Valencia simboliza una tierra fértil y viva, profundamente conectada con la naturaleza, el trabajo rural y la identidad de su gente. Es una región donde el olor a naranja no solo impregna las manos, sino también el alma de quienes la habitan. A través de los naranjos, sus frutos y su aroma, se retrata un paisaje lleno de vida, esfuerzo y orgullo de aquellos que trabajan el campo. Valencia se convierte así en un lugar que se siente, que se respira, y que despierta una conexión emocional profunda con la tierra, la tradición y los sentidos. Es perfume, memoria y raíz.