Los datos así lo corroboran. Los españoles que trabajan como peones en el campo español son una minoría. Estos días atrás en el marco de Expo Sagris en Madrid, el primer salón agrícola que nace para acercar el mundo rural al mundo urbanita, se presentaba el último libro monográfico de Cajamar dedicado en esta ocasión a analizar el mercado de trabajo en la agricultura española.
Cada vez se recurre más a empresas de trabajo temporal, las llamadas ETT’s y a empresas de servicios, las populares collas. El modelo familiar cada día es menos familiar.
Entre los intervinientes me llamó la atención el dato proporcionado por la Unión de Pequeños Agricultores de Huelva. Comentó el representante de la UPA que hace unos días se cerraba una oferta para dar empleo a 8.000 trabajadores en la fresa onubense. La oferta se ha presentado primero a los parados españoles que hay en Huelva, pero apenas la han solicitado 199 personas. Y en Huelva en el INEM los parados españoles superan amplísimamente las 200 personas. Así que se tiene que recurrir a contingentes de trabajadores extranjeros para recoger la fresa.
Nos guste o no, los números están ahí. Los españoles dan la espalda al trabajo en el campo.






