
El mayor coste de producción para un agricultor de un invernadero es la mano de obra. Según datos de Cajamar, los gastos corrientes en mano de obra suponen el 43,1% del total, muy por delante del resto de costes. Este dato explica la relación directa entre subidas del Salario Mínimo Interprofesional y la reticencia de los agricultores por sembrar tomate. De hecho el tomate ha gozado de buenos precios medios en las últimas campañas, pero su superficie es incapaz de subir, ya que es un cultivo intensivo en mano de obra, y los costes laborales son los mayores costes dentro de un invernadero.
Muy por detrás está el coste en fertilizantes, un 10% del total; las semillas y los plantones con un 8,7%; los fitosanitarios un 5,6% de los costes; y los costes financieros y los seguros un 3,8%. Es llamativo que tanto el control biológico como el control químico suponen el mismo gasto para el agricultor bajo plástico, el 3,5%. Por detrás el transporte con el 2,9%, el agua solo el 2,7% o la energía el 1,9%.