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Syngenta aborda en las Jornadas Agrarias de Campomar la mejora genética y el perfil que demandan las empresas globales de la agricultura
El dominio del inglés en un mundo interconectado y sobre todo con multinacionales como Syngenta, que trabajan en todo el planeta, y a su vez el dominio de las nuevas tecnologías son los dos principales vectores que definen actualmente y seguirán haciéndolo en el futuro más inmediato el mercado laboral de las empresas agrícolas. Ésta es una de las principales conclusiones del debate tras la intervención de José Manuel Zapata, responsable de I+D de Syngenta en el área mediterránea, en el marco de las IX Jornadas Agrarias de EFA Campomar, celebradas este viernes en Aguadulce (Almería).
Syngenta en Campomar: perfiles interdisciplinares
José Manuel Zapata animó a los alumnos de esta Escuela Familiar Agraria a que sitúen el inglés como prioridad en sus estudios, herramienta imprescindible en compañías como Syngenta; y a que fortalezcan sus habilidades en el uso de las nuevas tecnologías, una digitalización que afecta a todas las áreas de conocimiento.
Zapata describió el perfil interdisciplinar de profesionales que demanda Syngenta, donde también el compromiso y la actitud proactiva son cualidades de gran valor. “En las entrevistas con los candidatos esa actitud positiva, esas ganas de trabajar, aprender y aportar valor se tienen en cuenta”, dijo.
La I+D como seña de identidad de Syngenta
Syngenta reinvierte anualmente 3.400 millones de dólares en investigación y desarrollo en la totalidad de sus áreas de negocio. En la de Semillas Hortícolas trabajan 2.500 personas, 750 de ellas dedicadas a I+D.
En hortícolas Syngenta cuenta con 23 centros de investigación y desarrollo, dos de ellos en España, en Almería y en la región de Murcia con 200 profesionales sumando ambos. El centro de I+D de Syngenta en El Ejido es de 11,7 hectáreas y el más reciente de La Puebla en el campo de Cartagena alcanza las 15 hectáreas.
La mejora genética como herramienta de futuro
A continuación su compañera Pilar Checa, responsable de la mejora genética en tomate, impartía una auténtica master class sobre la mejora genética como solución a los problemas globales que se presentan para alimentar a un planeta con más población y menos recursos. Por ejemplo la disponibilidad de suelo fértil disminuye cada año en miles de hectáreas.
Una mejora genética que durante la segunda mitad del siglo XX hizo posible alimentar al mundo multiplicando los rendimientos de los cereales un 300%. Otro buen ejemplo.
Una master class en la que Checa describía las principales etapas de la mejora genética vegetal: explorar la variabilidad, desarrollar poblaciones con los caracteres que se pretenden, la creación de líneas estables y el diseño de los híbridos, resultado de dos líneas parentales que unidas suman más que por separado (vigor híbrido).
A su vez esta responsable de programas de breeding en Syngenta abordó las técnicas de mejora clásica y las nuevas herramientas de mejora genética, como los marcadores moleculares. “Con ellos de forma inmediata detectamos la planta que tiene el gen que nos interesa y entonces la reproducimos”, apuntó, subrayando la inmediatez, ahorro de tiempo y agilidad que aportan los marcadores moleculares.
Por último, Pilar Checa nombró las nuevas herramientas genéticas, como el CRISPR, actualmente bajo debate en las instituciones de la Unión Europea.