La NASA ha vuelto a fotografiar nuestro ‘mar de plástico’. Lo hacía a finales de mayo, coincidiendo con los últimos remates de la campaña 2021/22, imágenes que ha publicado esta semana y que han circulado como la pólvora por las redes sociales, sobre todo, por las de aquellos que somos adeptos a un modelo agrícola único, tierra prometida para los que llegan y la huerta de Europa para los que gracias a ese blanco que se observa desde la Órbita Espacial pueden comer ensaladas durante casi todo el año.
En la reseña que hace la NASA acompañando a las imágenes adjuntas refiere el efecto albedo, del que ya hemos publicado en diferentes ocasiones, un efecto de reflectancia provocado por las cubiertas de las fincas que supone en la práctica un enfriamiento de toda la zona en la que hay invernaderos.
Ese efecto rebote de la radiación solar para que sea significativo tiene que producirse sobre una gran superficie, como así ocurre ya que se trata de la mayor concentración planetaria de invernaderos por metro cuadrado. No hay de momento ningún estudio similar en el mundo, de manera que con orgullo podemos afirmar que habitamos en un lugar único en cuanto a descenso de la temperatura media, a nivel local se refiere. Pero el efecto albedo es solo un elemento positivo, singular y diferenciador, pero solo uno más de los muchos que podemos nombrar.
De hecho las explotaciones almerienses y granadinas son invernaderos solares que utilizan el sol para cultivar bajo ese gran manto blanco observable desde la órbita de los astronautas. ¿Acaso se puede ser más sostenible? El empleo del sol como fuente de energía no es replicable en los invernaderos del norte o centro de Europa, que emplean energías fósiles para poder producir en las estructuras de cristal y alta tecnología (High Tech).
El sol ha sido compañero de viaje desde la década de los años 60 hasta la actualidad. En realidad el microclima que hay en las zonas productoras de Almería ha sido también una ventaja competitiva frente al resto de España, por ejemplo, con inviernos más benignos y templados que han permitido producir pimientos, tomates, calabacinos, pepinos o berenjenas en los meses en los que no es posible hacerlo en el resto del país. El cultivo del pimiento es un perfecto ejemplo. La oscilación térmica, diferencia entre el día y la noche, es más suave en Almería que en otras zonas españolas. Mínimas más cálidas en invierno y con menos picos que nos permiten hacer el ciclo de otoño/invierno en pimiento y no el de verano de otros vecinos con un clima menos benigno y con más extremos en las temperaturas.
Es la naturaleza la aliada, un clima favorable, y es el hombre y su ingenio el que ha hecho posible el milagro de convertir una tierra yerma antes de los invernaderos en una tierra fértil con su llegada. Porque debajo de ese mar de plástico hay una Amazonia verde, un bosque de frutas y hortalizas que permiten a los europeos llenar sus platos de alimentos saludables, inocuos, seguros y producidos de un modo sostenible.
Somos sumidero de CO2, gracias a ese bosque verde; nuestra huella hídrica es reducida, gracias al fertirriego y al uso racional del agua; somos bandera en el control biológico aéreo, que además se ha extendido en los últimos años al suelo con el uso de microorganismos, y nuevas prácticas culturales como los corredores verdes en el exterior alrededor de los invernaderos que refuerzan la lucha integrada como método de control de plagas y enfermedades. Una agricultura que cada día es más de residuo cero o sin residuos, más biológica y también más ecológica. Una agricultura ejemplar y ejemplarizante.
Y todo ese blanco de las tres imágenes de la NASA produce y comercializa siguiendo unas normas de seguridad alimentaria que nos diferencia de terceros países. Las frutas y hortalizas que salen de esos invernaderos solares que luchan contra el calentamiento climático, que absorben dióxido de carbono y que emplean insectos auxiliares como herramientas de sanidad vegetal son además los más seguros e inocuos. Controles de laboratorio, análisis periódicos de cada una de las fincas y protocolos y certificados de calidad y buenas prácticas como en ningún lugar del mundo. El consumidor español y europeo puede estar tranquilo de que lo que se lleva a la boca es salud para su cuerpo y salud para el medio ambiente.