Setos vegetales alrededor de las fincas agrícolas para favorecer el control biológico
Hace cuatro años la cooperativa almeriense Murgiverde emprendió el camino del control biológico por conservación, consistente en instalar setos verdes alrededor de los invernaderos para hacer posible un ecosistema en el que los bichos beneficiosos de la agricultura tuviesen cobijo y alimento todo el año, gracias a plantas autóctonas que se adaptasen a las condiciones del sureste peninsular.
El presidente de esta cooperativa, Antonio Sánchez, fue uno de los primeros en apostar por este camino y con orgullo nos cuenta en una fría mañana de invierno en El Ejido, en una finca de su familia, que “hemos conseguido que los invernaderos de Murgiverde se vean y distingan en el campo por los setos”.
Sin lugar a dudas estas infraestructuras verdes son otro de los rasgos diferenciales de los llamados invernaderos solares que se alimentan con la luz del sol y que abrazan cada día una agricultura más sostenible y hermanada con la naturaleza.
Dentro del invernadero
Solo hay que entrar en el interior de los invernaderos de esta finca para encontrar plantas reservorio de diferentes especies vegetales para los insectos auxiliares, acolchados de paja para retener humedad y evitar las malas hierbas o rafia biodegradable para entutorar los pimientos.
Son invernaderos en cultivo ecológico. Y es que Murgiverde de un total de 1.800 hectáreas ha superado ya el millar de hectáreas en producción orgánica. “El objetivo es llegar al 80% de nuestra superficie en ecológico”, expresa el presidente de esta cooperativa almeriense, “ofrecemos programas los doce meses en pimiento, pepino, berenjena y calabacín ecológicos”.
Recorremos en el interior varias parcelas en producción de pimiento california rojo y amarillo, y otra de pimiento cónico o dulce italiano. Entre las plantas reservorio observamos hinojos en flor, cereales, siemprevivas, albahaca tailandesa y por supuesto lobularia.
“Estas dos últimas, la lobularia y la albahaca tailandesa, están siempre en flor, alimentan todo el año”, comenta este agricultor almeriense.
Fuera del invernadero
Volvemos al exterior para retratar los corredores verdes que rodean los invernaderos. Las especies que vamos encontrando son variadas como durillo, adelfa, perejil de mar, romero, tomillo, ruda, sorgo o hinojo, entre otras.
Lo importante es tener diversidad suficiente para que haya floración en las distintas estaciones del año. “Hay que tener flor siempre”, afirma Antonio Sánchez mientras se acerca a una planta de romero en flor, muy apreciada por polinizadores y enemigos naturales.
Antonio destaca detalles de algunas de estas plantas, como la floración del tomillo que arranca en primavera y se alarga durante el verano; la flor del perejil de mar, estratégica en un momento tan complicado como el verano; o el hinojo para atraer a sírfidos autóctonos y mantener a raya al pulgón.
Estos setos perimetrales constituyen una barrera natural frente a los insectos plaga, y dan cobijo y alimento a los auxiliares que las controlan.
Antes de marcharnos llega a la finca David, hermano de Antonio, al que le preguntamos por el momento de la instalación de estas infraestructuras verdes. “Tiene que pasar el verano, en octubre para que la planta pueda enraizar bien”, señala.
Durante estos años Murgiverde ha hecho un ejercicio de prueba/error probando gran número de especies vegetales para quedarse a día de hoy con las que se adaptan mejor a las condiciones climáticas de Almería. Aunque no hay un número exacto, se calcula que pueden ser 120 los kilómetros de invernaderos que los socios de esta cooperativa, ya han poblado con estos setos, tan beneficiosos para la agricultura como para la imagen de sostenibilidad que se proyecta.
Un dato que evidencia la apuesta de la cooperativa por estos corredores verdes está en que sufraga el coste de estos setos a todos sus agricultores.
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