Hace unos días Ana y yo observábamos en un invernadero de pimiento Palermo en el CED de Rijk Zwaan en El Ejido (Almería) unas mallas de sombreo, capaces de aportar un 55% de sombreo y un 20% de ahorro energético. Nos fijamos en la marca de estas costuras y leímos Ridder, empresa holandesa asentada en el PITA de Almería. Así que posteriormente contactamos con Francisco Alonso, director del grupo Ridder en España, para que nos hiciese una comparativa entre el uso de mallas de sombreo como alternativa al encalado o blanqueo tradicional.
Ridder distribuye estas mallas en España desde hace poco tiempo, apenas tres o cuatro años, a través de distribuidores y a través de las propias empresas constructoras de invernaderos. Su introducción ha sido mucho más rápida en los semilleros que en las fincas de los agricultores. Mientras que en las primeras se han ido generalizando, en cambio en los invernaderos del campo almeriense apenas suponen un 1%, siendo el encalado el sistema que domina con claridad.
El hecho de que aún sea poco habitual ver estas mallas en los invernaderos de tomate, pimiento o pepino, entre otras especies, se debe a su coste y a que los multitúnel son minoritarios en Almería. Sin embargo, es interesante saber, según me explica Francisco Alonso, que se adaptan bien a esas nuevas estructuras de ‘raspa y amagao’ con las que actualmente se modernizan las fincas y las nuevas explotaciones en nuestro ‘mar de plástico’.
Pero, ¿qué posibles ventajas pueden tener frente al blanqueo?
En realidad habría que llamarlas pantallas climáticas, aunque coloquialmente las conocemos como mallas de sombreo. Son móviles frente al sombreado fijo que supone un encalado. Esa movilidad permite que sean extendidas o plegadas según la radiación que se busque en cada momento para favorecer la fotosíntesis. Incluso hay pantallas difusas que permiten que la luz le llegue a la planta por diferentes ángulos mejorando ese proceso de fotosíntesis.
Y si se extienden por la noche se ahorra y retiene energía. Otro detalle a destacar durante los meses de frío, y que no quiero pasar por alto, es que estas pantallas evitan la inversión térmica que se produce cuando la temperatura interior es más baja que la del exterior del invernadero.
Las pantallas consiguen un porcentaje de sombreado que puede ir del 50% al 70%, como máximo y según el tipo de malla, lo que puede ser de gran utilidad en esos meses de verano de elevada radiación, con temperaturas muy elevadas y donde el cultivo se estresa y puede sufrir problemas fisiológicos.
“Se obtiene una mayor precocidad en el cultivo, incluso en la producción final; en pimiento, por ejemplo podemos hablar de más de un kilo por metro”, señala Francisco Alonso, “hay menos abortos de flores y frutos porque el cultivo va menos estresado. También hay bibliografía de una menor incidencia de peseta, por añadir algún ejemplo más sobre las ventajas del uso de estas pantallas”.
El responsable de Ridder en nuestro país me comenta que también es posible emplear ambas técnicas y combinar puntualmente la pantalla climática con un blanqueo suave.
En el caso de invernaderos con calefacción, Francisco Alonso argumenta que dichas fincas deben de tener estas pantallas precisamente para no desaprovechar el calor. Con ellas se logra entre un 50% y 75% de ahorro energético, es decir, que guardan hasta un 75% de ese calor para que no se pierda. “Ya solo con ese ahorro se amortiza la pantalla”, añade. La vida útil de las mismas está entre los 8 y 10 años.
Para finalizar le pregunto sobre las tipologías y me refiere pantallas de sombreo aluminizadas, que no difuminan la luz; difusas, que rompen el haz de luz; pantallas específicas de ahorro energético, por ejemplo para los invernaderos con calefacción; y pantallas de fotoperíodo.
Alonso me comenta que en Holanda se suele usar una pantalla doble, una superior de sombreo y por debajo otra de ahorro energético.
- Entrevista al director del grupo Ridder en España:
«Con el móvil el agricultor controla clima y riego en su invernadero»