La Comisión Nacional de la Competencia es quien manda, señores. Dicha comisión, la CNC ha dicho «aquí estoy yo» dando un golpe de autoridad recordando en su último dictamen que quien manda es el poderoso y que no se pueden hacer leyes contra la distribución y sus amigos.
El Ministerio de Agricultura, que también tiene otros muchos apellidos, para contentar a los no poderosos, es decir, a los productores y las cooperativas, más llanamente conocidos como agricultores, ha redactado un documento para hacer más justas las relaciones comerciales entre el que produce los alimentos y quien los vende.
Evidentemente es un documento muy popular, en el sentido de que la opinión pública son esos mismos consumidores que ven cómo pagan por un kilo de tomates o pimientos en el supermercado un precio muchísimo más elevado que el que recibe el señor que lo cultiva en su explotación agrícola. Y claro, al consumidor le parece bien que sean más justas esas relaciones entre productor y vendedor esperanzado en que así pagará menos por sus verduras o frutas. Así que el Ministerio, viendo que suman muchos votos los consumidores y los agricultores, se ha puesto a escribir una futura ley que rápidamente la Comisión Nacional de la Competencia ha criticado con todo tipo de argumentos. Y como dicha comisión, la CNC, es el policía que vela porque el capitalismo siga siendo solo oferta y demanda, pues terminará tumbando el proyecto del Ministerio. Y si no, al tiempo.
Los optimistas, llámese organizaciones agrarias, no forman parte de ninguna de las élites que gobiernan este mundo. En la facultad de Ciencias Políticas de la Complutense enseñan que todo está gobernado por tres élites: élite política (los partidos políticos), élite económica (principalmente, las entidades financieras y las multinacionales) y élite socio-cultural (esos famosos que siempre se ríen del intelecto). Pues bien, como el mundo es como es, la élite política, llamada Ministerio de Agricultura, seguirá en su papel de defender a los no poderosos, que son los que le dan los votos; pero como acaba de confrontarse con la élite económica, es decir, la distribución representada por la CNC, pronto cambiará su discurso modificando el documento de la futura ley de la cadena alimentaria o llevándolo a donde estaba antes de las últimas elecciones generales: a un cajón del Ministerio.
En fin, que la Comisión Nacional de la Competencia seguirá mandando, salvo que los agricultores se conviertan en políticos, banqueros o distribuidores y entonces todo sea una ensaladilla rusa.