Los datos oficiales sobre la producción en Marruecos no gozan de la misma fiabilidad que la estadística de otros países productores como España, Francia, Italia o cualquier Estado de la Unión Europea. De ahí que no haya una cifra exacta sobre el aumento de la superficie dedicada al tomate que se ha producido esta campaña en la región sureña de Agadir; sin embargo, las fuentes locales coinciden en señalar que se ha producido en la campaña 2017/18 un incremento superior al millar de hectáreas. Un aumento de superficie que podría aproximarse incluso a las 1.500 hectáreas, de modo que la superficie invernada de tomate marroquí en Agadir se situaría entre las 7.000 y 7.500 hectáreas.
Aunque en Agadir se siguen construyendo invernaderos, estas cifras solo corresponden parcialmente al aumento derivado por la construcción de nuevas explotaciones, siendo el cambio de cultivo uno de los motivos principales de este ascenso. Debido a los buenos resultados que el tomate marroquí experimentó el año anterior, para esta campaña – que finalizará en junio – se han destinado a tomate hectáreas que antes se dedicaban a otros hortícolas.
Las imágenes de esta información corresponden a invernaderos de tomate de Agadir, tanto de cherry como de tomate suelto. Se puede observar en una de ellas el suelo con plástico blanco tras labores culturales de deshojado, quedando los restos en montículos. La otra de cherry en sustrato. Ambas son de cultivos de ciclo largo. Trasplantes que se realizan a finales de agosto con plantaciones que llegan hasta el mes de junio. La sanidad de los cultivos es buena.
Buena parte de este tomate marroquí se destina a Rusia con precios pactados todo el año. Otra parte se dirige hacia Francia y otros países europeos, como Alemania. El mercado de Perpiñán es una bisagra estratégica para el tomate marroquí, un producto de origen norteafricano pero muchas veces gestionado por empresas europeas, entre ellas las españolas.