Hablando con mi amigo Paco, un agricultor ejidense (Andalucía, España), me contaba que ya tiene calculado en este mes de julio el porcentaje de sus hortalizas que la próxima campaña su cooperativa tirará al contenedor. «¿Cómo es posible?», le dije entre desconcertado y preocupado. «Muy sencillo», me respondió, «lo llevo apuntando desde hace años y entre un 10-15% de mi producción sé que no la podré vender. Me pasa a mí como al resto de los agricultores».
A partir de aquí las lecturas pueden ser tan numerosas como heterogéneas, incluso enfrentadas. Se puede analizar la cuestión desde el punto de vista comercial, por qué el mercado no consume terceras categorías ni estrío; desde el punto de vista del productor, cuánto dinero extravía el agricultor por los productos que cría y que no llegan al mercado; desde el punto de vista medioambiental, cuántos recursos (agua, energía, suelo, fitosanitarios, carburantes, mano de obra, etc.) se malgastan en cultivar verduras que nadie consume; desde el punto de vista legal, por qué la normativa permite la destrucción de alimentos; o desde un punto de vista ético, cómo es posible que en un mundo donde tantas criaturas no tienen sustento se desperdicien tantas toneladas de comida sana.
Imaginaos, por ejemplo, una cooperativa o un almacén de exportación de una alhóndiga que comercialice al año 100 millones de kilos de productos en fresco. Pensad ahora que 10 millones de kilos no se venderán, y su destino no será completar las latas de conserva de las industrias agroalimentarias, ya que año tras año se demuestra que es mucho menos lo que esas conserveras demandan y aprovechan que los excedentes del mercado. Por tanto, si a esas industrias les sobran tomates y pimientos para llenar un planeta de latas de conserva, ¿por qué no se hace y colmamos la despensa de los países más pobres, aunque sea con los excedentes de los países ricos una vez que han sido transformados? ¿No sería esa una buena política para paliar el hambre? ¿O la Política Agraria Comunitaria, PAC, prefiere dedicar ese dinero a pagar todo el género que se destruye? Algunos dirán que soy un ingenuo idealista, pero también es cierto que el modelo que tenemos es muy mejorable.
No olvido al agricultor, que si no vende sus partidas en la subasta tiene que apoquinar para que se las destruyan, incluso ¡pagar por no vender!; mientras que en la cooperativa el género torcido o que no tiene la categoría de venta, pues simplemente no se cobra. En cualquier supuesto, el agricultor siempre sale perdiendo.
Y si alguien me quiere poner la puntilla de los comedores sociales o de las ONG, me adelanto. Efectivamente una pequeña parte de esas frutas y hortalizas que no se venden las comercializadoras las donan; pero insisto, una parte, nunca la totalidad.
How is it possible to throw tons of fruits and vegetables to the container in a world where so many millions of people are hungry?
Talking to my friend Paco, a farmer from El Ejido (Spain), he told me that he has already calculated in this month of July the percentage of his vegetables that his cooperative will take out the container. «How is it possible?» I said between puzzled and worried. «Very simple,» he replied, «I have been writing it down for years and I know that I will not be able to sell a 10-15% of my production. It happens to me and to the rest of the farmers.»
From here the readings can be as numerous as heterogeneous, even conflicting. You can analyze the issue from the commercial point of view, why the market does not consume third categories nor products which do not have a good look?; from the producer’s point of view, how much the farmer wastes due to the products he grows and that does not reach the market?; from the environmental point of view, how many resources (water, energy, soil, phytosanitaries, fuel, labor, etc.) are wasted on growing vegetables that nobody consumes?; from the legal point of view, why regulations allow the destruction of food?; or from an ethical point of view, how is it possible that in a world where there are so many living creatures without nothing to eat so many tons of healthy food are wasted?
Imagine, for example, a cooperative or an export warehouse of an auction which commercializes every year 100 million kilos of products in fresh. Think now that 10 million kilos will not be sold, and their destiny will not be to complete the cans of the agrifood industries, because year after year it is demonstrated that it is much less what those canning industries demand and profit than the surpluses of the market. Therefore, if those industries have tomatoes and peppers enough to fill a planet of cans, why do not they donate that and fill the pantry of the poorest countries, even with the surpluses of the rich countries once that they have been transformed? Would not that be a good policy to alleviate hunger? Or does the Community Agrarian Policy, PAC, prefer to devote that money to pay all the genre that is destroyed? Some will say that I am a naive idealistic, but also it is true that the model we have is very susceptible of improving.
I do not forget the farmer, who, if he does not sell their items in the auction he has to pay for them to be destroyed, even to pay for not selling! While in the cooperative they do not pay for the gender twisted or that does not have the sales category simply. In any event, the farmer always comes out on the bottom.
Y si alguien me quiere poner la puntilla de los comedores sociales o de las ONG, me adelanto. Efectivamente una pequeña parte de esas frutas y hortalizas que no se venden las comercializadoras las donan; pero insisto, una parte, nunca la totalidad.
And if someone wants to put the nail in the soup kitchens or in the NGOs, I anticipate myself. Indeed distributors donate a small portion of those fruits and vegetables that are not sold, but again, a part, never entirely.
La respuesta es sencillísima: llevar esos alimentos hasta donde están las personas que necesitan consumirlos vale dinero. Y hasta ahora, nadie se ha mostrado dispuesto a asumir ese gasto.
Efectivamente, Víctor, pero lo que mucha gente no sabe es que la Unión Europa destina partidas presupuestarias para pagar la destrucción de frutas y hortalizas, es decir, Bruselas no está dispuesta a sufragar los gastos logísticos de ese reparto de los excedentes; y sin embargo, sí paga el reciclado de los mismos. Y ahora que tanto se habla de la Política Agraria Comunitaria, ¿otra PAC es posible?
José Antonio, tienes más razón que un santo. Económicamente es un desastre y éticamente reprobable el desperdicio de alimentos que hacemos en nuestras sociedades desarrolladas.
Ademas algunas cooperativas vende las cajitas de tomates y demas a sus trabajadores por modicos precios para los empleados pero con la consecuencia de que el agricultor no le es rentable.ademas los comedores sociales aceptan todo. Por lo menos los comedores donde llevo cuando puedo por que en la mayoria de los casos prefieren tirarlos antes q darlos y recuerdoooooo q los llevo yo con mi coche.
Nosotros trabajamos y los de mas piensan y hacen por nosotros soy agricultora ecologica y lo de la pac no lo entienden gran parte de nuestros agricultores primero nos quitan la ayuda a la produccion y ahora hacen lo quieren pero si estamos acostumbrados.
No se por que tanto en autonomias como gobiernos nos dejamos gobernar por personas no profesionales que nos diga el ministro o Bruselas que cuesta mas la logistica o los miles de millones que se prestan o se dan a paises para que lo gasten en armas o llevar alimentos tendriamos trabajo para nestros trasportistas y para nuestros agricultores e industria de conservas.
Per ellos piensan y nosotros no hacemos nada e pagar impuestos si.
JUANA JIMENEZ
Tienes toda la razón y siempre llego a la misma conclusión, el agricultor siempre perdiendo, se mire por donde se mire, lo único que faltaba es que nos obligaran a pagar los portes para repartir ese género entre los necesitados…con tanto dinero que se derrocha por las administraciones, bien podían pensar en dar una solución a todo ese excedente que como bien dices, se podía aprovechar por tanta gente necesitada.
Un saludo!
Para mi la solución pasa por ser conscientes de lo que significa comer productos sin ninguna tara. Ninguna tara = Productos que se tiraran. Como compramos sin preguntar, medimos la calidad del producto por su color o tamaño (por ejemplo una manzana bien roja) cuando lo que lo que nos interesa realmente es su grado de madurez o sabor. Yo cuando compro busco estas cualidades, busco vendedores de confianza y no me dejo influenciar por falsos indicadores de calidad.
La Junta de Andalucía ha mandado hoy viernes 2 de agosto una nota de prensa referida a las frutas y hortalizas que son donadas al Banco de Alimentos. Ya lo comento en el post, pero la nota (que a continuación reproduzco) nombra empresas y da datos concretos. Por ello, creo que es pertinente hacerle un hueco aquí. Insisto en que, tal y como publico en el post, una parte se dona al Banco de Alimentos, pero otra parte se destruye, tal y como se reconoce en el último párrafo de este comunicado:
«Hasta julio, 22 Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH) de Almería han donado más de 3 millones de kilos de frutas y hortalizas a la fundación Banco de Alimentos de varias provincias de España, que han sido distribuidas entre cientos de miles de personas con dificultades económicas.
Esta entrega se ha realizado dentro del programa de distribución gratuita de productos hortofrutícolas que llevan a cabo las OPFH de Almería que han suscrito acuerdos de distribución gratuita con Bancos de Alimentos de más de veinte provincias españolas.
Las OPFH almerienses que han realizado operaciones de retirada de producto para su distribuición gratuita son Primaflor, Casi, Coprohníjar, Casur, Agrieco, Vicasol, Cohorsan, Murgiverde, Cabasc, Ferva, Costa de Níjar, Hortichuelas, Ejidomar, Parque Natural, Inver, Hortasol, Albentillas, Cítricos del Andarax, Parafruits, San Isidro Labrador, Almerifresh y Nature Choice.
En cuanto a los productos que se han repartido, destacan el tomate, con 1,24 millones de kilos (el 39,4%); el melón, 583.000 kilos (18,5%); el pimiento, 474.000 kilos (15%); la sandía, 312.392 kilos (10%); la berenjena, 247.100 kilos (7,8%); y el pepino, 165.000 kilos (5,2%). También se han donado casi 70.000 kilos de calabacín y 26.000 kilos de naranjas. Las frutas y hortalizas, que se entregan envasados, son de calidad ‘segunda’ o ‘superior’.
Por la entrega de estos productos a instituciones benéficas, las OPFH reciben una compensación económica en función del volumen (financiada al 100% con fondos europeos), así como una subvención por los gastos de manipulado, envasado y transporte. En cambio, en situaciones de gestión de crisis, cuando los productos son destruidos, las Organizaciones de Productores tienen que financiar el 50% del coste».