Este viernes por la noche el centro que El Plantel Semilleros tiene en Vícar era un hervidero de familias de agricultores, hasta 2.200 personas se contabilizaron en la entrada. En ella personalmente Manuel Escudero, el director general de este semillero, fue recibiendo uno a uno a cada uno de sus invitados.
Fue un encuentro muy familiar para poner broche al final de campaña. Ese toque de familiaridad nos animó a Ana y a mí a llevarnos a mis pequeñajos de 5 años, Paloma y Felipe, que pudieron disfrutar durante toda la velada de la amplia zona infantil destinada al entretenimiento y diversión de los más pequeños.
El resto, os lo podéis imaginar, varias horas entrañables rodeados de agricultores, muchos de ellos amigos y lectores de este blog, además de técnicos de numerosas empresas, tanto comercializadoras como de la industria auxiliar. Invitados los había de todas las zonas productoras, desde el campo de Níjar pasando por La Cañada y El Alquián, y por supuesto de todo el Poniente, entre los asistentes también estaban los alcaldes de La Mojonera y Vícar.
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Aquí podía dar por terminada esta breve crónica, donde lo más meritorio es el álbum fotográfico editado por Ana Rubio; sin embargo, en un sector donde a veces las diferencias las marcan los pequeños detalles, quiero quedarme con uno antes de poner el punto y final. Y es el siguiente: me llamó la atención observar cómo era el propio personal de El Plantel el que servía las mesas. Y claro, esto entronca con la propia filosofía de la empresa de máxima cercanía con el agricultor. Cada mesa era servida con mimo por los trabajadores del semillero, atendiendo amablemente a las personas que rodeaban las mesas, que en realidad son sus propios clientes. Preguntando qué querían en cada momento y estando atentos a que el servicio fuese ágil y rápido. Y con una sonrisa. Reflexionando sobre esto con Ana, ya al regreso a casa lo íbamos comentando en el coche, comprendimos que no se trataba de la típica invitación que se hace a los clientes a los que se convida a comer ‘fuera de casa’, sino que el concepto es diferente. Era una invitación a los técnicos y agricultores para que compartiesen una velada ‘dentro de casa’. Por eso Manuel Escudero recibió en persona en la puerta del semillero a sus ‘invitados’, a los que animaba a entrar ‘dentro de su casa’. Y así se entiende que ‘dentro’, fuesen los propios moradores de esa casa (trabajadores y responsables del semillero) los que atendiesen personalmente a cada uno de sus invitados. Un gesto bonito, humano y lleno de cariño.
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