Si visitas el Cabo 365 veces al año, encontrarás cada día que todo ha cambiado. Cabo de Gata no se repite, no es un calco de sí mismo, es diferente de una escapada a otra. Por eso, es un lugar mágico. Porque cada vez que se visita se redescubre, como el primer beso, con intensidad y cosquilleo de mariposas en el estómago.
Desde la Mesa de Roldán cada atardecer es el primero. El azul del día anterior será distinto hoy domingo. Las nubes del horizonte cambiarán su número, pero también su expresión, su volumen e incluso el viento que las empuja. El azul de la Mesa de Roldán es el que ha presidido el blog anterior durante varios años. Ese azul este domingo será otro azul. Como todo en Cabo de Gata, cambiante e impregnado de novedad en cada nueva ocasión.
Cuando recorro Cabo de Gata se me agolpan siempre un cúmulo de pensamientos redundantes: ¿hasta cuándo seguirá siendo así? ¿hasta cuándo la huella del hombre continuará alejada de estos paisajes? ¿hasta cuándo será un oasis alejado del ladrillo y de la especulación? Porque estas instantáneas son antiguas, pertenecen a una belleza primigenia, creada antes de que nuestro mundo actual fuese amenazante.
Aguamarga se sumerge junto al mar. Blanca, con tonalidades ocres, con destellos amarillos y con la sal impregnada en el ambiente. Un paseo por su playa, ahora que no hay turistas, ahora que el verano aún está lejos, es un placer para nuestros sentidos. Y agarrar su arena, que irremediablemente se pierde entre las manos dejando un delicioso masaje en la piel.
En la cercana pedanía de Fernán Pérez han reconstruido el viejo molino. Un señor que se llama Emilio, que dejó Barcelona hace unos años para venirse con su mujer a vivir a Níjar, lo abre algunos días de la semana. A ratos. En el interior del molino reconstruido Emilio expone sus obras. Es un escultor hecho a sí mismo. También pinta y tiene una conversación agradable.
A pocos metros hay un complejo rural. Y debajo, en la terraza, se extiende una jaima. Creo que la única del Parque. Aseguran que de noche, cuando aprieta el calor, merece la pena ver las estrellas desde este lugar. Y tomarse una cerveza o un té.
En los alrededores hay varios campos de olivos. También almendros. En flor estos días.