Tabla de Contenidos
La paradoja europea está en que lo que se predica en la norma desaparece en la práctica. Da igual hablar de huella hídrica o de carbono, el interés por la sostenibilidad se esfuma cuando se trata de importar frutas y hortalizas del continente africano. Y si éstas vienen de producirse al sur del sur, es decir, más abajo de Agadir, entonces entramos en el imperio de la laxitud. Significa tener una impertérrita manga ancha.

Al sur, la nueva despensa de Europa
En el reciente avance de resultados de la última campaña hortofrutícola presentado este verano por Coexphal se puso foco en los cultivos del antiguo Sahara español y sus posibles efectos sobre la agricultura española, y almeriense en particular. En un artículo anterior publicábamos sobre la superficie marroquí al alza (pinchar aquí para leer más) en todo el país, pero el temor es que el crecimiento futuro venga sobre todo del Sahara, un territorio cuya soberanía internacional está en disputa.
Y he aquí el objeto de este titular: ‘Europa se alimenta al sur del sur’. Marruecos es nuestro sur y el territorio saharaui el suyo, en este caso el segundo sur. Un área rica en producción de cultivos como tomates y melones y que reúne condiciones ambientales y de recursos propicias para una futura expansión en los próximos años. Pero, ¿no es contradictorio que Europa desmantele su agricultura para alimentarse de lo que se produce en esta otra parte del mundo?
Europa y su interés por deslocalizarse al sur
Una zona pobre alimentando a una zona rica porque los ricos – o su política – ponen todo tipo de trabas a sus propios productores nacionales/locales. Contradictorio. Contradicción que se puede explicar por la vía de los intereses económicos, ya sean grandes corporaciones y/o fondos de inversión, que ven tanto en el sur como en el sur del sur una oportunidad para seguir creciendo y ganando dinero. Y claro, los costes de producción al otro lado del Estrecho hacen posible ese interés del capital europeo, aunque se quiera camuflar con otro florero.
El perjudicado, el productor europeo. Da igual que sea de Almería, de la costa de Granada o de la Axarquía malagueña. También sevillanos, gaditanos u onubenses (qué decir de los capitales que han desinvertido en Huelva para deslocalizarse en los frutos rojos marroquíes). La lista es larga: Murcia, toda la Comunidad Valenciana, Cataluña, al otro lado la Provenza y el resto de Francia, Sicilia, el centro y sur de Italia, incluso los productores belgas y holandeses compiten en inferioridad de condiciones frente a los del sur no comunitario.
Pero da igual.
Secretismo en torno al nuevo acuerdo con Marruecos
Actualmente hay un secretismo absoluto en torno al borrador que se está elaborando por parte de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural (DG AGRI) – responsable de las políticas de la Unión Europea en materia de agricultura y desarrollo rural – que sustituirá al actual convenio comercial entre la Unión Europea y Marruecos.
Distintos europarlamentarios españoles, de distinto signo y color, han solicitado sin éxito una copia del actual borrador que se está redactando desde DG AGRI (departamento perteneciente a la Comisión Europea) y que en el corto plazo tendrá que tener el visto bueno del Parlamento Europeo para su aprobación. El temor de no disponer de dicho borrador está en no poder presentar enmiendas y que su votación sea exprés, por vía urgente y sin un profundo debate.
Y es que es el debate lo que se intenta minimizar. Lo poco que ha trascendido, desde fuentes de Coexphal, es que el nuevo acuerdo quiere evitar los problemas jurídicos del actual en torno a la cuestión saharaui. Dos sentencias del Tribunal Europeo contrarias a la actual entrada de producto saharaui como si fuese marroquí. Así que el futuro texto parece ser que pretendería saltar esta problemática incluyendo dichos territorios para dejar así sin efecto las sentencias del alto tribunal europeo.

18% de tomate saharaui
Un dato para terminar. De manera oficiosa desde la Unión Europea se reconoce que el 18% del tomate marroquí que se introduce en el continente procede del Sahara Occidental. Un dato oficial muy elevado, que en la práctica hace pensar que podría ser aún mayor.
Y a futuro si se modifica el convenio actual, podría ser solo el comienzo para crear la nueva despensa de Europa.