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Que las 33.000 hectáreas invernadas de Almería necesitan una pizarra hortofrutícola más amplia y diversa como alternativa y complemento a las referencias consolidadas (tomate, pepino, pimiento, berenjena, calabacín, melón y sandía) es una demanda que a nadie escapa. Así que la introducción de nuevas alternativas es siempre en nuestro blog temática de especial interés. En la EFA Campomar se está ensayando en la actualidad, en colaboración con la empresa Lupión y Rodríguez, el melón amargo como cultivo susceptible de navegar bajo nuestro ‘mar de plástico’.
Variedades que mejoran la poscosecha
Uno de los alumnos de esta Escuela Familiar Agraria, José Francisco Román López, a su vez técnico comercial en Lupión y Rodríguez, lleva varios años estudiando este cultivar. En la presente campaña Campomar ha destinado uno de sus invernaderos al melón amargo (Momordica charantia) para estudiar todo su manejo de forma exhaustiva.
“El melón amargo tiene mala poscosecha, es sensible a todo, por eso estamos ensayando dos variedades con el objetivo de mejorar dicha poscosecha y elevar los rendimientos”, expresa Román López, que conoció la especie a través de un agricultor que lo había probado y que era cliente del semillero en el que antes trabajaba José Francisco.
“Fue así como conocí el melón amargo, entendí su potencial para Almería y por eso he querido dedicar mi proyecto en EFA Campomar a su estudio”, añadía este alumno que compagina estudios y actividad profesional.
Proyecto dentro de EFA Campomar
“El melón amargo es una especie muy salvaje – pero también en términos de producción -, una planta muy rústica y fuerte”, expresa uno de los profesores de EFA Campomar, Juanjo Rodríguez, “el pasado año la tuvimos en nuestro invernadero experimental de Roquetas de Mar, y ya hemos podido aproximarnos a su cultivo y este año más a fondo le estamos haciendo el seguimiento en este otro invernadero de nuestras instalaciones de Aguadulce”.
Conversamos también con dos profesoras más de la escuela, María Martín y Begoña Vargas, sobre otras cuestiones de interés como el entutorado, las tareas de destalle, la polinización con abejorros o el empleo de auxiliares en preventivo, como el uso de sobres de swirskii de Koppert. “Creemos que es un cultivo poco sensible a las plagas, el pasado año solo vimos un poco de pulgón, pero hemos querido emplear enemigos naturales de forma preventiva como protocolo”, corrobora Juanjo.
Microbiología y control climático en el melón amargo
Durante nuestra visita también conversamos con Manoli Joya, compañera de José Francisco Romera en Lupión y Rodríguez y que también lleva la distribución de Ecohigiene, empresa de Granada centrada en la microbiología. Y en este invernadero dedicado al ensayo del melón amargo se han empleado sus microorganismos.
“Hay un ahorro de abono de síntesis de entre el 20-30% gracias a la microbiología y la eficacia de hongos, bacterias y algas”, sostiene Joya.
Otra distribución de Lupión y Rodríguez y que participa en este ensayo de melón amargo en EFA Campomar es la de la empresa almeriense Hiotera, especialista en control climático. Es el propio José Francisco Romera quien nos explica la tecnología de Hiotera implementada en este ensayo.
Mediciones de la temperatura al punto de rocío, también en el saco (hidropónico en sacos de coco de la empresa Kaper) a dos profundidades con el sensor Libo, también se proporciona el cálculo del DPV, entre otros parámetros.
Laboratorio de Campomar
Por último, comentamos las muestras que se estudian en el propio laboratorio de esta escuela agraria, entre ellas los análisis de savia con ionómetros para examinar las soluciones nutritivas.
Este cultivo de melón amargo iniciado en el mes de octubre tiene aún por delante los meses decisivos para entender su posible viabilidad en los invernaderos de Almería y la costa de Granada. Estaremos atentos a los resultados finales de EFA Campomar para publicarlos como siempre en El Agro Auténtico.