El periplo de esta última semana por Andalucía Occidental nos deja una lección muy clara. Sin agua, nada. Si los recursos hídricos son un asunto siempre de actualidad en los cultivos bajo abrigo en Almería, en Sevilla y provincias limítrofes su escasez es aún mayor y pone contra las cuerdas todos los cultivares de aire libre, pero también los de invernadero, como el popular tomate de Los Palacios.
Ahora, en esta segunda quincena de abril arranca la cosecha de los tomates de invernadero de Los Palacios y Villafranca. Hemos hablado estos días atrás con muchos de estos productores y nos comentaban que con los 700 hectómetros cúbicos que tienen asignados por hectárea no podrán sacar adelante el cultivo. Los primeros ramos sí, pero el resto no. No hará falta cortarle cabeza a la tomatera, la sequía se encargará de acortar el ciclo.
Es difícil tomar conciencia del problema, si no se habla cara a cara con estos agricultores. Son ellos los que con palabras claras y sin tecnicismos expresan la gravedad del momento. Un número importante de ellos pertenecen a la Asociación de Agricultores, Ganaderos y Manchoneros del Bajo Guadalquivir (AGAMA), con representación principal en Sevilla pero también en las provincias colindantes. Nombres como los de Juan Diego y Javier, presidente y vicepresidente respectivamente, junto a Manuel, Fernando, José, Luis y así un largo etcétera.
Son productores dependientes del Sistema de Regulación General del Bajo Guadalquivir. Nos explican que antes de la sequía tenían asignados 6.000 metros cúbicos por hectárea, y que esa cantidad ha ido bajando progresivamente. El pasado año eran 1.750 metros cúbicos, pero ahora son 700 que hacen inviable la actividad agrícola.
“Es muy preocupante todo. Con esa cantidad no tenemos para cubrir el ciclo de ningún cultivo”, señala Juan Diego.
Su compañero Luis me muestra en el móvil una fotografía de una finca suya, la de la imagen adjunta, situada en la vega norte de Sevilla. Incluso se ve al fondo la silueta de la ciudad. Es girasol, un cultivo que el año pasado se dijo que podría suponer una oportunidad para los agricultores, habida cuenta de la escasez provocada por la guerra en Ucrania. “Nada de nada. Si en lo que queda de abril no llueve, ese campo se pierde por completo”, añade Luis.
A continuación este veterano agricultor me muestra otra fotografía donde se observa un ataúd y las coronas de flores nombrando los problemas que pueden llevar a la tumba al sector agro: sequía, electricidad, gasoil y abonos.
Sin agua y con los costes agrícolas de producción en escalada el encarecimiento de la cesta de la compra actual puede no haber llegado a su nivel más alto. Los consumidores no tienen conciencia de que lo peor puede estar aún por venir. Por desgracia.
Otros productores que hemos podido conocer estos días nos dicen lo mismo, ya sea en patata, en cereales, en algodón, en remolacha o en arroz. ¡Dios mío los arrozales! Las miles de hectáreas de la margen derecha e izquierda del Guadalquivir se enfrentan a una de las campañas más duras que se recuerdan. Una mayoría de estas tierras quedarán sin producir nada. Incluso ha habido expedientes de regulación de empleo provocados por la sequía. Productores de arroz que se han declarado en ERE al ver sus campos vacíos y secos.
No mejor suerte corre el tomate de industria que ha reducido drásticamente su superficie. Si la cesta de la compra de los productos frescos está al alza, y no se prevé que revierta; en los productos elaborados, semielaborados o industriales más de lo mismo. Sin tomate de industria el tomate frito y triturado subirá en las estanterías. El kétchup dejará de ser un básico.
A prepararnos todos que somos consumidores.
Ana Rubio