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El científico que abandera el modelo Epigen
Carlos Meza es el científico de cabecera de Viagro y Keops Agro. Persona ampliamente formada con experiencia vital en los cinco continentes y con un discurso propio que no deja indiferente a la audiencia, beber de sus mensajes implica abrir un modelo disruptivo de pensamiento que en el particular de la agricultura supone en algunos casos empezar de cero.
Primero en el Salón Gourmet, en Madrid, donde se presentó ante el mundo de los chefs el concepto de epigenética para conseguir tomates, fresas, uvas o cerezas con más aromas y sabor; y un día después en el World Tomato Congress, en Níjar, ante técnicos para abordar el mismo concepto pero desde la óptica de la agronomía con el fin de lograr cultivos menos dependientes de insumos externos.
Dependiendo del público objetivo, la epigenética se puede explicar de una forma u otra. En esta crónica me centraré en un mínimo resumen de la charla dada por Meza en los salones contiguos a Expolevante.
Epigen versus convencional
Manejo convencional versus manejo con la metodología Epigen. La epigenética parte de la base de que hay genes que se activan y otros se apagan y el propósito es activar aquellos que pueden ser beneficiosos para el ecosistema.
“No hay que aislar la agricultura. Si aislamos en laboratorio, desaparece también el carácter positivo. Hay que estimular la microbiota”, expresa Meza.
Se está refiriendo a la interacción entre especies que actúan en asociación, esto es, hongos, bacterias e incluso virus. “Intercambian genes, información. Son especies que evolucionan y se enriquecen porque las que se aíslan, desaparecen”, añade el investigador.

Control de nematodos
Métodos para estimular la microbiota, por ejemplo en el entorno de las raíces para control de nematodos. Carlos Meza defiende nuevos protocolos que potencien el microbioma en el suelo para activar más rápido esos predadores, que se convierten en aliados, frente a los nematodos. Predadores para controlar a esos patógenos.
“No se trata de matar a una especie empleando una molécula letal que irá a subdosis y que solo estresará al patógeno”, explica en alusión al uso de agroquímicos que van perdiendo eficacia según se generalizan los tratamientos.
“Es necesaria una transición del químico hacia biológicos específicos que serán los que potencien la expresión de lo que cada suelo tiene”, comenta Meza. “La sanidad de un ecosistema se mide por la biodiversidad de depredadores y de que seamos capaces de activarlos”, añade.
En este contexto, Carlos Meza calcula que apenas el 3% de la microbiología son patógenos, y el 97% son benéficos. El papel de cada agricultor y técnico sería activar los actores (microorganismos) de cada suelo, que son distintos dependiendo de cada finca.
Control de Tuta
Al igual que el ejemplo de los nematodos, la Tuta fue otro paradigma de la charla aportando información de ensayos en semillero, donde se ha tratado con biomoléculas extraídas del propio microbioma. Una plántula de tomate que luego en el invernadero ha continuado recibiendo dichas biomoléculas logrando un control efectivo de la Tuta.
Estamos hablando de soluciones líquidas. Biomoléculas provenientes de fermentados de microbioma (consorcios de bacterias, hongos, micorrizas, levaduras, virus, etc) empleables vía foliar o por riego, dependiendo de los casos.
“Hay un doble exceso: de fertilización, que destruye el suelo, y de tratamientos fungicidas e insecticidas, que las plantas no necesitan cuando están sanas”, resume Meza, “nuestro modelo hace a la agricultura no dependiente de esos insumos externos, es una agricultura más sostenible que emplea menos recursos y produce más en cantidad y calidad”.
Salud en la mesa
Por último, un breve apunte sobre el consumidor final. La apuesta por la salud del microbioma, con una mejora en la estructuración de suelos agrícolas y una activación de genes, repercute también en la obtención de alimentos con mayores propiedades nutricionales.
La epigenética al activar genes prodiga biomoléculas con efectos beneficiosos sobre la salud humana. Moléculas que están en ese tomate, lechuga, uva o en esa sandía producida con la metodología Epigen.
Meza alude a estudios encargados a las Universidades de Granada y de Almería, que arrojan un aumento de los efectos antioxidantes del consumo de dichas frutas y hortalizas; incluso con efectos antitumorales. “Biomoléculas con efectos casi curativos en el caso del cáncer de colon”, apunta.
Seguiremos muy atentos a la evolución de este modelo disruptivo.