El agricultor es esa persona independiente, autónoma y con criterio. A veces su personalidad le lleva a discrepar a diestra y siniestra. Es lógico, es un ser con personalidad propia.
Si el agricultor fuese lo que no es, es decir, un ser humano sin juicio propio y sin autocrítica, lo que viene a ser una persona sin personalidad, entonces sería más fácil de manipular. Pero no lo es. El agricultor es esa persona que se ha ganado su ser a través del esfuerzo, del sacrificio y de la dureza de un entorno áspero y hostil.
Los agricultores son emprendedores, personas valientes que levantan invernaderos a pulmón con la soga del banco, pero con el coraje de los héroes. Carácter propio, personalidad única.
Son días difíciles, después de una manifestación que ha dejado en entredicho el objetivo común: sobrevivir. Sin embargo, tras el 8 de octubre esa idiosincrasia tan singular del ser agricultor, en lugar de agachar la cabeza ha de servir para levantarla y ver en un problema, una oportunidad. No hay que rendirse. Las derrotas para el deporte, incluso para el fútbol, pero esas miles y miles de familias de agricultores, y el legado de sus ancestros también agricultores, merecen levantar la cabeza y seguir hacia adelante. Y hacerlo con orgullo y esperanza.
La desunión es una oportunidad para unirse. Nunca es tarde.
Es comprensible que en un colectivo de hombres y mujeres libres, hechos a sí mismos, cada uno de ellos tenga criterio propio y una óptica diferente a la de su vecino. Personas libres, con objetivos comunes, pero personalidad propia para definir modos de actuar distintos.
Solo las masas manipulables y manipuladas son uniformes. El agricultor, ese homo agrícola tan especial, es como un griego en la antigua Atenas. Una persona libre que se expresa en un debate continuo entre el ser y el no ser.
Pero como los ciudadanos de la antigua Grecia, los agricultores expresan su grandeza de manera individual hasta que un objetivo mayor los une a todos. De ahí que cada maestro tenga su librillo y cada uno sea dueño de su finca y de su propio destino. Pero como individuos libres, llega un momento en el que se hermanan por una causa común.
He ahí la grandeza. El productor es productor de alimentos y de esperanzas. Nada está perdido, todo está por hacer.