Septiembre en Almería es sinónimo de inicio de campaña agrícola. La 2021/22 será decisiva para un cultivo que era hegemónico hasta hace un lustro en Almería y que ahora ha sido relegado por otras especies, como pimiento o sandía, que superan ampliamente en superficie al tomate. Sí, el tomate de Almería, ha ido perdiendo hectáreas en los últimos años de manera constante por la competencia de Marruecos y nadie parece encontrar una solución a dicha senda bajista.
La importancia de mantener la superficie de tomate radica en el equilibrio de la pizarra. La bandera del ‘modelo Almería’, como era el tomate, ha dejado de ser un pilar decisivo para convertirse en una pata secundaria de la mesa y eso revertirá negativamente en el resto de pilares. Una superficie creciente de pimiento, calabacín y pepino viene motivada por la huida de productores de tomate hacia estas otras especies, provocando en ciertos meses embudos de botella y crisis de precios.
Ahora estamos en ciernes de la campaña 2021/22 y el tomate se la juega este año. Detener su descenso será decisivo para el futuro del resto de especies y para la sostenibilidad del modelo. Hay que apostar por el tomate y no dejarlo a su suerte, como ocurrió en el pasado con la judía verde.
Los tipos que más caen son el tomate suelto, tipo Daniela, y el tomate rama. La pera parece que se mantiene, y las especialidades son las que más sujetan el barco, esas tipologías de rosas, corazones de buey o cherrys de colores, entre otras, con valor añadido para enfrentar las producciones de terceros países son hoy día los principales baluartes del tomate almeriense.
Pero más allá de lo que dicte el juez mercado, ¿podremos desde el origen revertir la caída en superficie del tomate en Almería para recuperar el terreno perdido? Se reitera la pregunta: ¿pueden los productores y sus empresas encauzar la senda del tomate? ¿Cómo?
Ana Rubio