Es sorprendente ver en las noticias de la televisión de masas como se echan las manos a la cabeza porque el tribunal europeo tumba los acuerdos comerciales con Marruecos, al no reconocer la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española del Sahara Occidental, y dichos medios solo se refieren a la pesca como perjudicada, ignorando – ¡quién sabe si de forma intencionada! – que la gran beneficiaria por esta sentencia es la agricultura de nuestro país.
¿Tomates por peces? ¿Aceptamos sacrificar la agricultura? Que Marruecos pueda introducir sin cortapisas todo tipo de hortalizas, frutas y cítricos para ruina del agricultor español es cuestión que no entra a debate en dichas cadenas de TV. Solo hablan de redes. La soledad del terruño es absoluta.
El tribunal de Luxemburgo, es decir la justicia europea, le dice a la parte política que ha aprobado los acuerdos durante todos estos años, instituciones como Consejo, Comisión y Parlamento Europeo, que dichos convenios de carácter comercial son invalidados porque incluyen el antiguo Sahara español, cuya soberanía no depende de Marruecos. ¿A quién creemos? ¿A la justicia europea o a los políticos de las instituciones de la UE? ¿Quién es más independiente? ¿Quién tiene intereses cruzados?
Los que queremos y amamos el modelo familiar de agricultura lo tenemos claro. Las instituciones europeas y sus lobbys tienen intereses económicos en todo el norte de África e intereses geoestratégicos, incluidas cuestiones de inmigración, y para dicha negociación dan por sentado que la agricultura es la moneda de cambio.
Hoy a mediodía en uno de esos noticieros nacionales la presentadora ha narrado la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea como una mala noticia, lo que demuestra lo alejados que están del campo español los grandes medios, que todo lo interpretan en clave política.
Están dichos medios nacionales preocupados porque la sentencia del Tribunal de Luxemburgo pueda dificultar las relaciones políticas entre España y Marruecos; pero ni siquiera se plantean (ni conocen) que desde el minuto siguiente a firmarse el primero de estos acuerdos comerciales empezó una larga agonía para los bolsillos de los agricultores españoles.
Pero para tapar los intereses reales – ya sean cuestiones de inmigración o intereses de aquellos capitales que quieren invertir en la otra orilla como nuevo mercado por explorar (energía, ladrillo, industria, servicios, etc) – la cuestión se disfraza explicando a la opinión pública que lo que está en juego son los pescadores españoles, hasta un total de 92 embarcaciones españolas que podrían dejar de faenar en las aguas vecinas.
Y a la agricultura se la sacrifica ignorándola.
“A cambio del acceso a estas aguas, la UE paga a Marruecos una media anual de 52 millones de euros cada uno de los cuatro años de vigencia del acuerdo, de los que 12 millones aproximadamente deben ser abonados por los armadores europeos”, explican desde la agencia EP.
Estamos de acuerdo en que hay que defender a esos 92 barcos, pero, ¿se puede hacer sin que suponga en la práctica la muerte del campo español? ¿Quién defiende a los productores tierra adentro?
Absolutamente nadie, al menos nadie con voz y voto.