La agricultura no va de farol. Esta semana estamos asistiendo a un hito histórico en lo que al concepto de movilizaciones agrarias se refiere. La situación de crisis estructural de precios para el agricultor, en todas las actividades del mundo agro, está detrás de un calendario de movilización permanente que no se va a detener, según anuncian tanto organizaciones agrarias como las organizaciones empresariales que se han adherido a las primeras.
No se recuerda en la hemeroteca más reciente un proceso de movilizaciones tan largo como el que estamos viviendo, tanto en su número como en la amplitud de provincias españolas en las que se están llevando a cabo las protestas de los hombres y mujeres del mundo rural.
Y es que detrás de estas movilizaciones, olvidadas por los medios de comunicación generalistas está la España olvidada que se resiste a morir en el anonimato. Sin agricultura y ganadería no hay medio rural, sin medio rural no hay Estado que vertebrar. Por eso los máximos responsables de las organizaciones agrarias han reiterado estas semanas atrás que no detendrán las manifestaciones hasta convertirlas en un problema de Estado.
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La capacidad de movilización actual del campo español no tiene precedentes, ya sea por la proliferación de nuevas asociaciones de agricultores como por el uso de nuevas tecnologías y redes sociales. Pese a esta amalgama de movimientos sociales dentro del mundo agrario, la crisis estructural es tan profunda que en un momento crítico como el actual quedan atrás las diferencias y los hombres y las mujeres de la agricultura son una sola voz a la hora de defender su derecho a seguir siendo gentes del campo.
Ya sea una tractorada, una caravana de vehículos agrícolas, una concentración de agricultores o una protesta masiva con recorrido e itinerario, la hoja de ruta está marcada. La agricultura española se defenderá con uñas y dientes para evitar su extinción.
Continuará.