Belchim Crop Protection celebraba este pasado jueves en la zona de Venta Gaspar (Almería) una jornada técnica en la que reunía a 150 profesionales en torno a la siguiente temática: ‘Exigencias de mercado & necesidades fitosanitarias’ en el contexto actual de sanidad vegetal. Un evento con diferentes charlas para reflexionar sobre el punto de partida y las perspectivas de futuro.
Christophe Desvals, director de marketing y desarrollo de Belchim España, durante su intervención ‘Insecticidas y modos de acción’ reflexionó sobre las restricciones que han llevado a reducir en el mercado el número de herramientas con las que cuenta el agricultor. La solución la situó en el buen manejo integrado y en la alternancia, ya que la complejidad y las dificultades a la hora de registrar productos en Europa conlleva a que en el horizonte no se prevean nuevos.
Por su parte Mamen Márquez, responsable de buenas prácticas de Aepla, abordó la ‘Agricultura de futuro, herramientas basadas en criterios científicos para producir alimentos sanos y saludables’. Márquez incidió en que los criterios privados (refiriéndose a los retailer) para reducir materias activas o indicar los LMR carecen de base científica y que solo pueden contribuir a favorecer el desarrollo de resistencias, como está ocurriendo en la práctica.
En este sentido la representante de Aepla subrayó que no se gana en seguridad alimentaria por disminuir las materias activas, sino que la consecuencia es que se usan dosis subletales. Éstas provocan que los organismos patógenos más fuertes sobrevivan y pervivan en las siguientes generaciones sobre las que esos fitosanitarios serán ineficaces. Siguiendo este camino el productor se queda sin herramientas.
Mamen Márquez se mostró muy crítica con lo que calificó como “productos mágicos” alternativos a los fitosanitarios comerciales de síntesis. Nombró en esa dirección un estudio que evalúa cómo el uso de fitosanitarios aumenta la productividad de sus cultivos y viceversa cuando merma su empleo.
Antonio Montserrat, responsable del equipo de protección de cultivos del IMIDA de Murcia, introdujo algunas de estas reflexiones en su intervención titulada ‘Sostenibilidad y seguridad alimentaria: los productos fitosanitarios como herramientas clave en la G.I.P’. Así, apuntó a las causas que hay detrás de la aparición de resistencias.
Motivos que pueden ser intrínsecos a la plaga (plasticidad genética o potencial biológico) o intrínsecos a la utilización de fitosanitarios, en este caso por su uso inadecuado. Y en este punto las imposiciones de los supermercados son determinantes, como la reiteración de materias activas o la aplicación ineficiente (dosis insuficientes). Ambos supuestos están detrás de las temidas resistencias.
El representante del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA) habló de ‘quimiofobia’ en la sociedad actual y de contradicciones, ya que “todo es química, ya esté su origen en organismos vivos (natural) o en el laboratorio o en la fábrica (de síntesis). Pero todo en realidad es química”. Antonio Montserrat explicó que del mismo modo que el usuario toma los medicamentos recetados por un médico, son necesarios los fitosanitarios recetados por un técnico. Concluyó que lo contrario no es científico ni racional sino que entraría en el terreno de la subjetividad y el marketing.
Belchim quiso contar también en su jornada con la intervención del profesor de la Universidad de Almería y miembro de CIMIDES, Juan Carlos Pérez Mesa, para extender el contenido de la sesión y llevarla hasta la comercialización final. Pérez Mesa amplió el horizonte con su charla ‘Perspectiva y situación de la competencia y de la cadena de suministro agroalimentaria’.
Mesa defendió que hoy día no se compite tanto entre empresas, sino entre cadenas de suministro (desde el almacén de insumos, pasando por el agricultor, la cooperativa, posteriormente el distribuidor y a continuación el gran distribuidor hasta llegar al consumidor). Unas frente a otras.
El profesor analizó la evolución de los diferentes roles dentro de la cadena de suministro. Así en el pasado los agricultores estaban centrados fundamentalmente en su explotación, las subastas comercializaban una parte superior a las cooperativas, los mayoristas y agentes se situaban en mercados centrales y los minoritas (alto número) eran de carácter regional en muchos casos. Más recientemente en el tiempo el agricultor ha pasado de pensar solo en su explotación a querer estar también presente en la comercialización directa; los almacenes en origen – en su mayoría cooperativas, SATs y subastas – han visto cómo se ha incrementado el número de pequeños grupos de agricultores medianos; hay mayoristas con almacenes de distribución fuera de los mercados centrales, a veces con producción propia o acuerdos con agricultores; y los minoristas están muy concentrados y con carácter europeo. Por último, en cuanto a las tendencias futuras, Pérez Mesa apuntó que hay una parte minoritaria de agricultores con capacidad de venta propia, normalmente de especialidades.