A 42 kilómetros al sur de la capital navarra y a orillas del río Zidacos, Olite es cuna de vinos. En la actualidad con siete bodegas y con la cooperativa vitivinícola más antigua de España datada de 1911. Hemos recalado en esta localidad, de la zona media de la comunidad foral y con una población en torno a los 4.000 habitantes, para visitar la Estación de Viticultura y Enología de Navarra (Evena) – que se trasladó hace años de Pamplona a Olite -, pero de ella te hablaremos mañana porque hoy toca pasear por sus calles de piedra y disfrutar de su gastronomía.
Nos queda claro que no podemos estar en Olite y marcharnos sin disfrutar de este enclave que tan ricas joyas históricas y culturales guarda. Pese al fatigoso calor del verano es maravilloso poder recorrer esos laberintos empedrados mientras conocemos cualquiera de sus muchos tesoros, como el Palacio Viejo (actual Parador de Turismo Príncipe de Viana), la iglesia de Santa María la Real, los restos de sus murallas romanas, las galerías medievales, la torre de Chapitel, la iglesia de San Pedro, el monasterio de Santa Engracia o el convento de San Francisco.
Pero sin lugar a dudas Olite es conocida por su castillo, recordando que en otro tiempo fuese una de las residencias predilectas de los Reyes de Navarra. Este castillo o Palacio Real de Olite en su día era considerado uno los más bellos del continente, conformado por altas murallas y jalonado de torres, más los jardines y fosos que dibujan en torno a él un singular halo de magia.
Pero toda esta historia se asimila mejor en cualquiera de sus restaurantes con comida tradicional y regada de buenos caldos navarros. Estos días en nuestro recorrido por Navarra elegimos los rosados.
La oferta para pernoctar en Olite también es interesante. Más allá del Parador nacional hay numerosos hoteles que rezuman aire medieval, tanto en sus fachadas como en sus estancias en las que la piedra y la madera que cruje confieren un ambiente envolvente para cualquier viajero.