Desde hace seis años vengo asistiendo a la feria bianual del melón en La Mancha, en las últimas dos ediciones bien acompañado por Ana Rubio. Recuerdo que en aquella primera exploración, hace más de un lustro, se celebraba en el parque del pueblo de Membrilla, con un sabor muy familiar. Pero el evento ha ido creciendo ampliándose a un recinto ferial, incluyendo cada vez más expositores, incluso zonas de charlas técnicas y por supuesto con la asistencia de más periodistas y medios. El eco mediático de Ferimel va ascendiendo. Me alegro por cuanto se conoce que mucha buena gente vive del melón que se cría en el centro de España y necesita de apoyo. Y de cariño.
Ferimel 2018 arrancaba en la lonja que se trasladaba al propio recinto. Es curioso saber cómo el sector, la parte productora y comercializadora, se unen para orientar precios. Una mesa que procura dar calma al agricultor y garantía de suministro al intermediario. Este año la campaña, a diferencia de otros ejercicios, arrancaba con buenas cotizaciones, pero hablar de ello con las oscilaciones del mercado y de la meteorología no está exento de cierto atrevimiento. Ya se verá cómo acaba la cosa.
En esa misma carpa central más tarde – durante las tres jornadas que ha durado la feria – se han ido celebrando todo tipo de actividades, desde retransmisiones en directo de programas de radio, pasando por demostraciones de cocina en la que el melón piel de sapo era el epicentro de la acción, por supuesto degustaciones, hasta llegar a charlas técnicas sobre nutrición y protección vegetal o apertura de mercados. La feria alemana de Berlín, Fruit Logística, ha aterrizado este año en la feria de Membrilla para animar a que los productores manchegos de melón se transformen en exportadores para abrir el melón verde, el patrón español por excelencia, a los consumidores europeos, poco dados aún al consumo de piel de sapo.
Y luego los expositores. Productores, mayoritariamente de melón, se calculan unas 7.000 hectáreas de piel de sapo (datos no oficiales), pero también de sandía, cultivo que supera las 2.000 hectáreas, aproximadamente. Casas de semillas con nuevas variedades más precoces, más plásticas (adaptadas muchas veces a los tres ciclos de producción de La Mancha) y que siempre respetan el sabor, rasgo identitario del melón manchego. También semilleros, distribuidores, empresas de protección, nutrición e insumos agrícolas, compradores, SAT, marquistas y un largo etcétera que hacen de Ferimel una feria entrañable, cercana y familiar.
Dentro de dos años regresaremos. Mientras tanto a consumir melón y a difundir las excelencias de los frutos del campo.